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«Estamos en guerra». Por siete veces lo repitió el presidente de Francia, Emmanuel Macron, al ordenar restringir los desplazamientos de los 67 millones de franceses. Se trata de un enemigo invisible, sí, y el ejército del mundo viste en esta ocasión batas blancas. Pero ... como en toda guerra las bajas de nuestros soldados son cuantiosas y las necesidades de material para combatir, imperiosas.
Por eso, decenas de empresas en España y miles de trabajadores se están volcando y han reconvertido de forma voluntaria su producción hacia una economía de guerra. Inditex, que tiene sus 3.800 tiendas cerradas, fue una de las grandes multinacionales más rápidas en reaccionar. Puso a disposición del Gobierno toda su capacidad logística y de aprovisionamiento especialmente desde China, para atender las necesidades de material sanitario y textil. En la primera semana donó más de 300.000 mascarillas quirúrgicas protectoras traídas de China. Y, una vez conseguidos los tejidos homologados, sus fábricas han empezado a fabricar batas sanitarias y mascarillas.
El Gobierno de Pedro Sánchez ha decretado la paralización de toda actividad no esencial. No tenemos experiencia histórica en un parón de la actividad productiva de esta magnitud. Pero lo que no se ha parado es la solidaridad y estas empresas reconvertidas están incluidas en las actividades esenciales. No son pocas las compañías que por propia iniciativa han transformado sus plantas fabriles para ayudar. Es el caso de la murciana Fama, que a mediados de marzo dejó de fabricar sofás para ponerse a hacer mascarillas. Félix López, al frente de esta pyme familiar, explica en su blog cómo cambiaron hace ya casi quince días: «Al llegar a trabajar hablamos de la posibilidad de fabricar alguna mascarilla de protección. 24 horas después ya estábamos extendiendo y cortando 1.000 mascarillas. Hemos seguido con la máxima precaución un estricto proceso de desinfección y cuidados de higiene para ponernos manos a la obra, y así casi sin darnos cuenta, en vez de estar fabricando sofás resulta que estamos fabricando de forma altruista mascarillas».
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López describe «cómo a muchas de las cosedoras se les saltaban las lágrimas mientras estaban limpiando el espacio y cosiendo las primeras mascarillas», y el empuje de sus empleados: «Esta situación que estamos viviendo, que parece una pesadilla y de repente ves cómo tu gente te lleva en volandas, empujando como nunca hubiera imaginado. Intentando aportar su grano de arena para apoyar la dura labor que están realizando desde los centros sanitarios».
La falta de equipos de protección individual que han sufrido y sufren especialmente el personal sanitario motivó también que la zaragozana Cortinas Style&Colour dejase temporalmente de fabricar cortinas y tapicerías para producir batas para hospitales, residencias y centros asistenciales. Al igual que Sociedad Textil Lonia, de Jesús Domínguez, padre de las creadoras de Bimba&Lola, que ahora fabrica batas sanitarias y mascarillas.
El coronavirus en cifras
Parte del sector de automoción ha transformado sus plantas hacia esta 'industria de guerra' contra el coronavirus. Es el caso del Grupo Antolín, multinacional líder en el desarrollo y fabricación de componentes, en cuya fábrica de Valladolid un grupo de empleados voluntarios produce cada día 4.000 batas protectoras para el personal sanitario empleando como material revestimientos utilizados en la producción de techos para automóvil. Además, con las impresoras en 3D que utiliza para sus prototipos está produciendo piezas para fabricar pantallas protectoras. A su vez, Seat ha desarrollado con diseño de Leitat un respirador artificial con un motor de limpiaparabrisas. Y los trabajadores de Renault han creado la iniciativa 'Renault al rescate, fabricando piezas para la creación de respiradores mediante impresión 3D.
También Pernod Ricard, Nivea, González Byass y Bacardi son algunas de las compañías que han puesto sus plantas a disposición del Gobierno para fabricar en ellas geles hidroalcohólicos para frenar la expansión del coronavirus.
No habría sitio para citar a todas las empresas, grandes y pequeñas, implicadas de forma voluntaria y altruista en esta batalla. Porque, como dijo Merkel, nunca ha habido desde la guerra un desafío que dependa tanto de la solidaridad colectiva.
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