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Llega la estanflación, una mala etapa económica que aúna niveles de precios muy elevados con años de desaceleración económica y altos niveles de desempleo. Es un fenómeno que el mundo no ha vivido desde la década de 1970, asegura el Banco Mundial en su informe ... de Perspectivas Económicas publicado este martes, en el que advierte de que el PIB mundial crecerá solo un 2,9% este año, cuando en enero, antes de que estallara la guerra de Ucrania, su previsión era de un 4,1%.
Y los que más sufrirán las consecuencias serán los países europeos por la proximidad al conflicto bélico. El organismo con sede en Washington prevé que la actividad en la eurozona crezca un 2,5% este año -1,7 puntos menos de lo avanzado en enero- debido a la desaceleración experimentada en la primera mitad de 2022 debido a la invasión rusa de Ucrania y los nuevos brotes de covid-19 con la variante ómicrom a principios de año.
Advierte de que la guerra conduce a precios de la energía cada vez más altos, graves problemas en las cadenas de suministro y condiciones financieras más estrictas. El organismo destaca que las subvenciones y ayudas económicas que la mayoría de potencias de la eurozona -como España- están dando a sus ciudadanos ayudará a «amortiguar» el impacto en las familias del alto precio de la energía.
qué es la estanflación
El problema, en su opinión, es que controlar los precios de la energía por parte de los gobiernos es una política que «puede conducir a distorsiones del mercado y problemas ambientales». El organismo aboga por otras respuestas a la crisis energética «mucho más efectivas y beneficiosas» como apostar por las fuentes de energía renovables. «Los gobiernos han de priorizar políticas que fomenten una mayor eficiencia energética y aceleren la transición hacia fuentes de energía bajas en carbono».
Y para aliviar la factura de la luz en los hogares, los estados deberían dar «apoyo temporal» a los grupos vulnerables en lugar de subsidios energéticos para todos, que solo provocarán «distorsiones y desequilibrios fiscales». Es la misma postura que defiende el Fondo Monetario Internacional (FMI), que en un artículo publicado también este martes asegura que «los países deben permitir que los precios internacionales se trasladen a los internos mientras se siga protegiendo a los hogares más necesitados».
En un texto firmado por los economistas David Amaglobeli y Emine Hanedar, el organismo explica que los gobiernos están tomando decisiones políticas «difíciles» en su intento por proteger a sus ciudadanos de los precios récord de alimentos y energía que ha provocado la guerra. Sin embargo, el FMI cree que estas medidas de apoyo basadas en subvenciones o bajadas de impuestos crean «nuevas presiones sobre unas economías ya tensas por la pandemia». Así, el FMI aboga por que los países ayuden a los hogares vulnerables a través de transferencias directas «temporales y específicas» para disminuir el impacto en sus cuentas.
En este contexto, el Banco Mundial prevé que la eurozona crezca solo un 1,9% en 2023 y 2024 porque la guerra «seguirá pesando sobre la actividad», al tiempo que el Banco Central Europeo (BCE) comenzará a endurecer su política monetaria con subida de tipos de interés ya en el mes de julio.
Todo ello porque los países europeos son «especialmente dependientes» de las importaciones de energía de Rusia, sobre todo por el gas, que aún representa alrededor del 35% de las importaciones totales, señala el organismo. Además, aunque el resto de las exportaciones de Rusia no limitan tanto el comercio europeo, los problemas en las cadenas de suministro aumentará las tensiones financieras y provocará caídas en el consumo privado y la confianza empresarial, advierten.
De hecho, el informe advierte de que el mayor precio de la energía provocará un descenso de la demanda que supondrá un gran cambio en los ingresos de los mayores importadores. Sus cálculos apuntan a que el aumento de los precios provocado por la guerra podría reducir la producción mundial de energía en un 0,8% en los próximos dos años.
Esta es una de las razones por las que la economía rusa se contraerá un 8,9% este año, lo que refleja una fuerte caída de la demanda y el desplome de las exportaciones. En 2023 su PIB seguirá cayendo un 2% por el impacto de un embargo parcial al gas y petróleo ruso. Pero en Ucrania las cosas irán aún peor, el organismo calcula que su PIB caerá este año alrededor de un 45% y que la tasa de pobreza -ciudadanos que viven con menos de 5,5 dólares al día- aumente del 2% al 20% de la población en 2022.
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