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Indignación, rabia, preocupación y ganas de luchar por lo que es suyo. Así es como se manifiestan los accionistas que habían invertido en el Popular, que habían acudido a sus ampliaciones de capital, que habían creído que no pasaba nada, que todo estaba bien, y ... que ahora lo han perdido todo. «Me han robado la cartera con el dinero dentro», explica con sarcasmo Ricardo, un jubilado de 83 años que lleva más de 55 siendo cliente de esta entidad. «Nos han engañado, son los más sinvergüenzas y ladrones de España», se lamenta, y apunta que han ido haciendo ampliaciones de capital para que al final la acción no valga nada. Él había invertido 4.000 euros en acciones y otros 18.000 en bonos, que también se han quedado prácticamente en nada, según cuenta. A modo de venganza, piensa sacar todo el dinero que tiene en la entidad. Hoy ya ha llevado 4.000 euros al Sabadell y así lo irá haciendo día a día, aunque puntualiza que para sacar los fondos tendrá que esperar un año.
Alicia Fernández, además de clienta y accionista, es antigua empleada del banco. Su malestar es más que evidente. Está realmente rabiosa y carga contra todos los banqueros. «La señora Botín se ha llevado el banco por la cara», «Linde se lava las manos pero está implicado directamente en todo esto», «Es vergonzoso que Ron se fijara una pensión de 24 millones»... «Voy a ir a saco a por ellos», asegura, mientras explica que se unirá a toda plataforma que se cree para recuperar el dinero de los accionistas. «Tenemos que unirnos todos», proclama.
Frente a este malestar, otros clientes entran y salen de la sucursal con total normalidad y tranquilidad. Es más, José Manuel, un joven que tiene al lado de la oficina bancaria un taller de chapa y pintura, sale como loco de contento porque le acaban de devolver el dinero de la cláusula suelo. Así, asegura que tiene aquí su cuenta y aquí la mantendrá, ya que los empleados le acaban de decir que «no hay ningún problema».
Mari Carmen y Yolanda son otras dos clientas que se deshacen en elogios para los trabajadores de esta sucursal de Madrid. Mari Carmen asegura que lleva ya muchos años como clienta y que la atienden «muy bien». «No tengo ninguna queja, en absoluto», y por eso no tiene ninguna intención de sacar su dinero. Yolanda, por su parte, tampoco se muestra nada preocupada y también recalca que «me han tratado fenomenal».
Dentro de la oficina, una señora se despide del director mientras le confiesa: «¡El padre me caía bien, pero a la Botín la tengo una manía...!». Ya en el despacho, el máximo responsable de la sucursal, que pide mantener su anonimato, explica cómo tras saltar la noticia de la compra del Santander el ambiente «está mucho más calmado». Asegura que los clientes no tienen quejas, aunque los accionistas sí muestran su preocupación. No quiere culpar a nadie de la quiebra y argumenta que ha sido un cúmulo de errores. Al tiempo, revela que su nueva presidenta, Ana Botín, les envió el pasado miércoles a primera hora una carta a todos los empleados en la que les daba la bienvenida y les trasladaba «mucho apoyo y ánimo». Las instrucciones que les han dado es que sigan trabajando como hasta ahora, una vez que se hayan apaciguado los ánimos, y se centren en los clientes.
«Se nos abre una perspectiva muy buena», dice con optimismo otro directivo del Popular, que sí revela que, después de 25 años trabajando para esta entidad, siente al tiempo «mucha pena de ver cómo desaparece».
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