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El beneficio de Bankia cayó el año pasado un 22,7% hasta los 541 millones de euros debido a los menores ingresos -consecuencia de los bajos tipos de interés- y al incremento de las provisiones que tuvo que hacer para desprenderse de activos improductivos, ... los llamados activos tóxicos, fundamentalmente créditos concedidos a promotoras inmobiliarias que fueron incapaces de devolver y cuyas garantías (suelos o inmuebles) no cubrían en absoluto el importe del préstamo.
Bankia ha logrado reducir en los dos últimos años en 8.400 millones esos activos improductivos -muy cerca de su objetivo de 8.900 millones a finales de 2020-, vendiendo carteras de créditos o viviendas adjudicadas pero a un precio muy inferior al del dinero prestado, de ahí que tenga que provisionar por las pérdidas. Todavía le quedan en su balance otros 8.350 millones en activos improductivos. «Hemos sacrificado cuenta de resultados por acelerar la reducción de activos improductivos», reconoció este martes el consejero delegado de Bankia, José Sevilla, en la rueda de prensa de presentación de resultados. De hecho, en el último trimestre del año, la entidad sufrió incluso una pérdida neta de 34 millones de euros.
A ello se añade el impacto en los ingresos de los bajos tipos de interés que imperan en la Eurozona como consecuencia de la política del BCE de tipos de interés negativos. El margen bruto de Bankia cayó un 3,3% y el margen de intereses -que es lo que refleja el volumen de negocios de un banco- retrocedió un 0,7% en el año. Aún asi, los directivos del banco se mostraron «bastante contentos del dinamismo comercial», en palabras de Sevilla, y resaltaron que han utilizado la reducción de gastos «como palanca de gestión», lo que ha permitido mitigar la caída de resultados. El resultado puramente bancario creció un 3,5% al reducirse los gastos y estabilizarse los ingresos.
La entidad sigue «absolutamente comprometida» con repartir 2.500 millones de euros de exceso de capital como dividendo entre los accionistas en el trienio 2018-2020. Con cargo a las cuentas de 2019 se propone abonar 355 millones de euros, lo que supone elevar del 50% al 65,6% el porcentaje de ganancias distribuidas. El Estado es el principal accionista, pues posee aún el 61,8% de la entidad, ya que la baja cotización en Bolsa de la entidad ha retrasado 'sine día' nuevas privatizaciones parciales para intentar maximizar el retorno de las ayudas que recibió BFA-Bankia por importe de 22.424 millones de euros, de los que el Banco de España considera recuperado o recuperable 9.560 millones. Y una de las vías para ello es la privatización. La fecha límite para llevarla a cabo -tras dos prórrogas aprobadas por el Gobierno- es el 31 de diciembre de 2021 y el presidente de la entidad recomendó este martes que no se toque. Otra de las dudas era si con Podemos en el Gobierno y su defensa de una banca pública se replantearía la venta, pero la portavoz del Gobierno y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, señaló al término del Consejo de Ministros, que los planes del Ejecutivo «siguen intactos» y que su objetivo es la venta de la entidad, que se realizará «cuando se estime conveniente».
A pesar de que otros presidentes de entidades bancarias no descartan fusiones, como Josep Oliú, de Banco Sabadell, José Ignacio Goirigolzarri aseguró que «no está encima de la mesa ni debajo una fusión» y que la baja cotización no la ve «como una presión para la fusión».
Aunque la Bolsa recibió inicialmente con caídas los resultados de la entidad, finalmente la acción cerró la jornada con una subida del 0,75%.
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