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Los bancos españoles siguen sin ver la luz al final del túnel en el que les metió el coronavirus a mediados de marzo. La crisis sanitaria ensombreció un contexto que ya venía marcado por los tipos de interés en mínimos, una escasa rentabilidad y la ... necesidad de acometer fusiones. Todos esos elementos se han intensificado durante 2020 y aflorarán en los próximos días con la presentación de sus resultados anuales. Pero lo peor para el sector es que aún está lejos de iniciar la recuperación: los efectos de la tercera ola de la pandemia retrasarán aún más el inicio de una etapa de crecimiento, tal y como recordó la presidenta del BCE, Christine Lagarde, tras la primera reunión del supervisor en 2021.
A cierre del tercer trimestre del año pasado, las entidades españolas mantenían una rentabilidad sobre patrimonio neto (ROE, por sus siglas en inglés) negativa, del 2,51%, aunque había mejorado notablemente frente a la del segundo trimestre. Además, la de préstamos dudosos de las entidades significativas se situó cerca del 3%.
Los retos que tenía la banca antes de esta situación se encuentran ahora más agravados: los tipos de interés siguen mirando hacia abajo con su impacto tanto en los préstamos –cada vez con menos margen– como en los depósitos. Y las dudas que más teme el sector vuelven a planear sobre el futuro de las entidades.
En la revisión anual de las hipotecas, las entidades encontraron un análisis que pocas esperaban en medio de la crisis: el del presidente de la EBA(Autoridad Bancaria Europea, por sus siglas en inglés), José Manuel Campa, quien apuntó en octubre que los bancos deberán pagar a sus clientes por las hipotecas que arrojen tipos de interés negativos tras sumar el diferencial salvo que haya alguna restricción legal.
Con el euríbor por los suelos, los bancos liquidan sus hipotecas a coste mínimo. El indicador hipotecario se encuentra en el entorno del -0,5% este mes, con lo que una parte de las revisiones de los créditos concedidos durante la burbuja económica (los que se comercializaban con diferenciales inferiores a 0,5 puntos) estarían en situación negativa. La banca se niega a 'pagar' a sus clientes por estas condiciones. Consideran que el contrato hipotecario no alberga esa posibilidad. «La naturaleza jurídica se basa en que el prestamista presta el capital a un cliente que quiere comprar un inmueble y este lo tiene que devolver», recordaba la consejera delegada de Bankinter, María Dolores Dancausa, durante la presentación de resultados del grupo financiero la semana pasada.
No se trataría de pagar técnicamente al cliente una cantidad de dinero, sino de que el banco amortice esa parte de la hipoteca que resultaría de aplicar un tipo de interés negativo. En cualquier caso, la puesta en marcha de la reforma hipotecaria, a mediados de 2019, impide esta posibilidad en los créditos inmobiliarios contratados desde ese momento.
Pero en algunos países europeos caminan en ese sentido. En Dinamarca, por ejemplo, los bancos ya ofrecen hipotecas sin intereses. El titular de la que sería una noticia de impacto para el consumidor español tiene su cara oculta. En ese país, los bancos no ganan dinero con las hipotecas a través de los tipos de interés. Las entidades reúnen un conjunto de préstamos para viviendas (los titulizan) y los ponen a disposición del mercado. Ganan dinero a través de las comisiones y de la propia operativa de venta.
Con las hipotecas cada vez más baratas (el tipo medio se encuentra en el 1,2%), la otra vía tradicional del negocio bancario también se deprime:los depósitos. En un momento en el que a los bancos les cuesta dinero mantener más ahorros (la tasa que les aplica el BCE por guardarlo sigue en el -0,5%), algunas entidades han comenzado a cobrar dinero a sus clientes por los ahorros guardados. Es el mundo al revés, como en las hipotecas.
La mayor parte de las entidades han comenzado a aplicar diferentes tipos de comisiones a los grandes clientes, desde la banca privada a las corporaciones y otro tipo de empresas. Por ahora, ningún banco ha dado el paso para cobrar a los particulares por sus depósitos. Y todos siguen mostrando su negativa a hacerlo. Aunque el paso del tiempo, y con unos tipos que siguen en negativo por muchos años, ejerce una presión brutal sobre las entidades.
Sin apenas margen de intereses para generar actividad, con un mercado paralizado por la crisis (la venta de viviendas, automóviles y las compras se ralentizan), las comisiones se han convertido en la vía para generar ingresos y sostener el negocio bancario:las vinculadas a productos de inversión o seguros son algunas de las más llamativas.
Poco a poco, la banca se va abriendo a nuevas posibilidades consciente de que el negocio tradicional (tomar dinero para prestarlo) se encuentra resentido desde hace años, más aún después de una crisis sanitaria que sigue sin aclarar el futuro del precio de un dinero que seguirá bajo mínimos a medio plazo.
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