«El crecimiento global parece estar tocando fondo, pero la recuperación prevista es frágil». Este es el diagnóstico de la situación que realiza el Fondo Monetario Internacional en su informe con motivo de la reunión de los ministros de Finanzas del G-20 y ... los banqueros centrales que tendrá lugar en Arabia Saudí los próximos 22 y 23 de febrero. en medio de esta fragilidad, el mundo se ha topado con una gran incertidumbre, la mayor a ojos de la directora gerente del Fondo, Kristalina Georgieva: el coronavirus.
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Georgieva señala que esta crisis sanitaria se ha convertido en un recordatorio de cómo una recuperación frágil puede verse amenazada por acontecimientos imprevistos. Y mide la dimensión del problema: en el caso de que el virus se contenga pronto, entonces China registraría un fuerte impacto negativo en sus datos de crecimiento del primer trimestre, pero el impacto para el conjunto del año 2020 sería muy reducido, como también lo serían los contagios a sectores vulnerables de otros países.
Pero si el brote es más duradero y más severo, entonces daría como resultado una más profunda y prolongada desaceleración de China. Y su impacto global se amplificaría en forma de interrupciones más sustanciales de las cadenas de suministro y con caídas más persistentes en la confianza de los inversores, especialmente si la propia epidemia salta las fronteras de China.
Incluso en el mejor de los escenarios, afirma Georgieva, el crecimiento global previsto, de un 3,3% para el conjunto del mundo (que puede mermar en un 0,1 o 0,2 puntos porcentuales por el coronavirus, según las previsiones del propio FMI), es aún modesto en muchas partes del mundo. En este contexto, mientras algunas incertidumbres, como la enfermedad, están fuera de control, no se deberían crear más problemas evitables.
Y, en este sentido, señala que hay tres áreas en las que los ministros de Finanzas y los banqueros centrales pueden hacer progresos en la reunión de este fin de semana para proporcionar más certidumbre al mundo: el comercio, el clima y la desigualdad.
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En cuestiones comerciales, Georgieva afirma que la fase 1 del acuerdo entre China y Estados Unidos eliminó algunas de las consecuencias negativas inmediatas para el crecimiento mundial, pero también señala que ese acuerdo sólo aborda una parte limitada de los aranceles ya establecidos e incrementa muy poco las importaciones americanas por parte de China. Y, además, se queja Georgieva, deja muchas cuestiones problemáticas entre las dos potencias sin abordar. En este sentido, aconseja: «El mundo necesita un sistema de comercio mundial moderno que pueda liberar todo el potencial de los servicios y del comercio electrónico mientras protege los derechos de propiedad intelectual».
En cuanto al cambio climático, Georgieva expone que implica riesgos económicos relevantes. Así, ilustra que un desastre natural ligado a las dinámicas de cambio climático reduce el crecimiento en 0,4 puntos porcentuales en el país afectado durante el año del evento. «Este tipo de eventos están convirtiéndose en más frecuentes, particularmente en los países más pobres y aquéllos menos capaces de hacer frente al impacto», expone la directora gerente del FMI.
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Respecto a las diferencias sociales, Georgieva reconoce que en muchos países de la OCDE y del G-20 las desigualdades de ingresos y de renta continúan siendo persistentemente elevadas. «Sabemos que estas brechas rápidamente pueden convertirse en abismos que alimentan la incertidumbre sobre el futuro, la desconfianza en el Gobierno y, en última instancia, contribuyen al malestar social», afirma Georgieva, que invita a los ministros del G-20 a poner un «enfoque renovado» para mejorar los estándares de vida y crear empleos mejor remunerados.
Añade que, en apoyo del G-20, el FMI, en colaboración con el Banco Mundial, está identificando áreas clave en las que invertir para luchar contra las desigualdades y crear oportunidades para las personas. Por ejemplo, en educación de alta calidad o en la digitalización. Y avisa de que el momento es propicio para afrontar estos esfuerzos inversores, dados los bajos tipos de interés, circunstancia que proporciona más margen de actuación. Aunque también avisa de que la deuda pública está muy cerca de niveles récord en muchos lugares. En todo caso, señala: «La reducción de los déficits -cuando es necesario- debería siempre hacerse de un modo que se proteja el gasto social esencial». De ese modo, afirma Georgieva, los países pueden crear oportunidades para todos y construir mejores cimientos para sus economías.
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