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Ángel Blanco Escalona
Jueves, 26 de mayo 2016, 21:07
Bendito sea el estado del bienestar, cuya (aun recortada) supervivencia ha impedido mayores estragos en una sociedad cuya clase media ha sufrido un ingente trasvase de familias hacia el estrato inferior.Esta es la conclusión de un trabajo del BBVA y el Instituto Valenciano de ... Investigaciones Económicas que explica cómo las políticas de pensiones, las prestaciones sociales, salud, educación e impuestos directos han logrado reducir la desigualdad provocada por la crisis. El estudio cuantifica que, en España, «cerca de tres millones de personas se han desplazado de la zona central a la parte baja de la distribución de la renta y han pasado de verse como clases medias participantes del progreso a sentirse vulnerables a las consecuencias de situaciones difíciles, como es la actual crisis económica».
En concreto, entre los años 2004 y 2013, la población española situada en los estratos medios de renta (entre el 75% y el doble de la mediana) se redujo desde el 58,9% hasta el 52,3%, mientras que el peso de los estratos más bajos aumentó del 31,2% al 38,5%. Las clases altas, mientras, mantuvieron prácticamente inalterada su posición (del 9,9% al 9,2% en los nueve años contemplados).
Con 1,03 millones de hogares en los que viven 2,43 millones de personas, Castilla y León concentra el 5,3% de la población de España. Sin embargo, esa pérdida de 6,6 puntos de clase media que establece el informe ha sido algo menor en el caso de la comunidad autónoma, ya que la renta disponible de los hogares se ha reducido por debajo de la caída media, lo cual ha atemperado el incremento de la desigualdad, según los datos del informe.
Así, mientras la renta disponible por hogar ha disminuido en el conjunto de España desde el techo de 27.560 euros del año 2007 a los 22.146 de 2103, es decir el 20%; en Castilla y León (donde la renta es el 3,5% inferior a la media nacional), el retroceso ha sido del 15,8%, hasta los 21.379 euros de 2013.
Impacto desproporcionado
De manera simultánea, la Fundación BBVA y el IVIE explican que «la crisis no solo ha generado una disminución considerable en los niveles de vida de los ciudadanos, medidos por su renta disponible, sino que esta disminución no se ha repartido de forma proporcional en el conjunto de la sociedad». Los índices de desigualdad son relativos, es decir, independientes de los niveles de renta. En la práctica esto quiere decir que en periodos de depresión, si la caída en la renta agregada se repartiera de forma proporcional entre la población, observaríamos caídas en el nivel medio de renta, pero con una distribución estable. «Pero si además de observar caídas en la renta per cápita advertimos incrementos en la desigualdad, medida por índices relativos, es porque la carga de la crisis no se está distribuyendo de forma proporcional entre los diferentes estratos de renta». Esto es lo que ha sucedido: «que los estratos inferiores están sufriendo con mayor intensidad las caídas de renta asociadas a la crisis».
El indicador de Gini, utilizado por los economistas para medir la desigualdad (0 representa una equidad perfecta, mientras que un índice de 100 significa una desigualdad absoluta) era del 33,7 en España en el periodo 2003-2007 y del 36,6 en el periodo 2008-2013. En Castilla y León es inferior en los dos casos, en concreto de 32,7 en el primero y de 34,4 en el más reciente. Es decir, ha subido 2,9 puntos en el conjunto del país y 1,7 en la comunidad.
La pérdida de integrantes en la clase media castellana y leonesa, así pues, no ascendería a ese más del 6% que cifra el estudio para toda España, sino que habría sido algo menor, es decir, de unas cien mil personas.
Una brecha abismal
En realidad, el dato no puede pillar a nadie por sorpresa. Del desplome del poder adquisitivo de la población regional y del agrandamiento de la brecha entre clases sociales son numerosos los indicios aportados por encuestas y estadísticas en los últimos tiempos. A finales del año pasado, el INE revelaba que mientras en 2007 los directivos de la comunidad autónoma recibían un sueldo medio siete veces más elevado que los obreros (3.550 euros brutos al mes frente a 501) en 2014 había pasado a ser once veces más alto, porque mientras los primeros han visto cómo sus ingresos subían el 25%, hasta 4.556 euros, a los segundos se los han bajado el 17%, hasta 416 euros de media, una cantidad inferior a la Renta Garantizada de Ciudadanía.
El gasto sanitario y educativo se ha visto afectado por la crisis económica en todas las comunidades autónomas, pero dependiendo de si estas han aplicado reducciones en mayor o menor medida, la repercusión en su población ha sido también más o menos grave y ha agrandado más o menos la desigualdad. Según el informe de la Fundación BBVA y el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas, el gasto sanitario en especie per cápita se redujo en Castilla y León desde los 1.637 euros del año 2009 (en ejercicio en el que tocó techo) hasta los 1.289 euros de 2013, lo que supone un recorte del 15% o de 348 euros por habitante. En España, mientras, este gasto pasó de 1.645 euros a 1.296 en el mismo periodo (349 euros menos, o el 21%). De esta manera, mientras en 2009 la comunidad autónoma gastaba en sanidad por cabeza exactamente lo mismo que la media nacional, cuatro año después el gasto era el 7% superior al del conjunto autonómico. En lo que al gasto educativo se refiere, Castilla y León sale algo peor parada en el análisis de evolución de los últimos años. Con un gasto en especie per cápita de 824 euros en este apartado el año 2009, la proporción representaba el 93% del gasto medio español, ya que este era entonces de 886 euros por habitante. En 2013, el gasto en la región había retrocedido hasta 661 euros (163 euros, o el 20%) y en España hasta 698 euros (el 21%). De esta forma, la inversión de la comunidad autónoma en la educación de su población ascendió hace tres años al 95% del gasto medio nacional.
El escenario dibujado por el Decil de salarios con los datos de la EPA de 2014 no hace sino cuantificar la magnitud del ensanchamiento de las desigualdades y el empobrecimiento de los trabajadores de los escalafones más bajos. Alrededor de 75.000 personas de la comunidad autónoma cobran menos de 655 euros brutos mensuales; otros tantos perciben entre esa cantidad y 973 euros y 75.000 más están entre 973 y 1.221 euros. En total son 225.200 asalariados de Castilla y León (el 31,7% del total, frente al 30% que representan en el conjunto de España) que no llegan a mileuristas, una vez aplicadas a sus retribuciones las retenciones fiscales y las cotizaciones a la Seguridad Social. Un año antes eran el 27,5%, es decir cuatro puntos menos, y aún colocaban a Castilla y León por debajo de la media nacional.
Ingresos ínfimos
La clase media, integrada tradicionalmente por quienes disponen de una renta situada entre el 75% y el 150% del promedio se ha convertido en una quimera para quienes se incorporan al mercado laboral con los nuevos salarios. En realidad, para estos acceder a la clase media es algo a todas luces inalcanzable, cuando a duras pueden aspirar a salir de lo que, según criterios europeos, es el umbral de la pobreza: 663 euros mensuales por persona, que es el 60% de lo que ingresa el individuo que tiene a la mitad de los españoles por encima y a la otra mitad, por debajo. Con este criterio, uno de cada cinco habitantes de Castilla y León o, dicho de otro modo, 510.000 personas, entran en la categoría de pobres.
Yno hablamos solo de desempleados (112.000 de ellos no perciben ninguna prestación o subsidio),o pensionistas (180.000 de los 600.000 que hay en la región, muchos de ellos con familiares a su cargo, ingresan menos del salario mínimo, es decir 655 euros). También hay un buen número de asalariados con uno o varios contratos a tiempo parcial, generalmente también temporales, que suponen ya el 18%. Más de 150.000 trabajadores a quienes estar ocupados no libra del riesgo de la pobreza y la exclusión social.
El estudio del BBVA y el IVIE explica cómo durante la crisis ha aumentado la importancia del papel compensatorio de lo que denomina «las políticas públicas» que no es otra cosa que el estado del bienestar en la renta de los hogares, como consecuencia del retroceso de los ingresos proporcionados por los mercados (de trabajo y de capitales).
«La impresión que predomina es que las políticas públicas han perdido fuerza redistributiva, pero en realidad lo que ha ocurrido es que no han compensado por completo los cambios que la crisis y el deterioro del empleo han provocado en la distribución de la renta entre los hogares», señala Francisco Goerlich, catedrático de la Universidad de Valencia y autor del informe.
Efecto redistributivo
El informe señala que la causa principal del trasvase de la clase media a la inmediatamente inferior es que alrededor del 75% de la renta disponible de los hogares españoles procede del trabajo. En 2007, Castilla y León tenía 83.100 personas en paro. Dos años después eran 165.800 y en 2013, año de cierre del estudio de la Fundación BBVA y el IVIE, la comunidad contaba con 254.700 desempleados, justo el triple.
Los efectos redistributivos de las políticas públicas se producen mucho más por el lado de los gastos (transferencias monetarias y servicios públicos gratuitos) que por el de los ingresos (impuestos directos), señala el informe. En concreto, la mayor reducción de la desigualdad se debe al sistema de pensiones (en 2013, el 46% del efecto total), porque suponen un volumen de gasto muy elevado y ofrecen ingresos a muchos hogares cuyos miembros no tienen actividad laboral. La segunda política de gasto en importancia es la de servicios públicos, que contribuye en un 27% (15% sanidad y 12% educación) a la reducción de la desigualdad que realiza el sector público. La contribución de las prestaciones por desempleo y resto de prestaciones sociales representa el 19%. El sistema fiscal, por su parte, tiene un efecto redistributivo modesto (el 8% del efecto total de las políticas públicas en 2013, tras ir perdiendo peso).
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