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Enric Gardiner
Miércoles, 29 de enero 2020, 06:48
La metamorfosis de Garbiñe Muguruza está llamando a la puerta. Otro partido serio, otra victoria contundente y las primeras semifinales de su vida en el Abierto de Australia. La tenista española continúa su historia de resurrección y está a un paso de la final en ... Melbourne al derrotar a Anastasia Pavlyuchenkova (7-5 y 6-3) y clasificarse a semifinales.
Y eso que la que empezó más concienciada en el duelo de cuartos de final fue la rusa, como si fuera ella la campeona de dos Grand Slam y exnúmero uno del mundo. A ello ayudaba que en su banquillo hubiera una cara conocida como la de Sam Sumyk. El estadounidense, hasta el año pasado entrenador de Muguruza, ejercía de espía del partido, de infiltrado. Nadie mejor que él sabe cómo juega y cómo jugar a la española. La batalla era tanto física en la pista como mental con el banquillo.
La rusa rubricó su buen comienzo contraatacando a Muguruza, imprimiendo más fuerza que la española y desarmándola a partir de ello.
Después de intercambiar roturas con 1-1 y más tarde con 3-3, gracias a encadenamiento de errores por parte de ambas, Muguruza afinó al servicio, calmó los nervios y mostró su cara nueva.
El ejemplo era visible en sus subidas a la red, otrora precipitadas, ahora pausadas y con sentida. Si antes se abalanzaba bola simplemente a golpear, ahora espera a que su oponente elija lado al que moverse, para posar suavemente la pelota en el otro lado.
Con un certero punto de set ganado con 6-5 a favor en el marcador confirmaba Muguruza su tendencia de ir de menos a más y obligaba a la rusa a remontar si quería pisar sus primeras semifinales de Grand Slam. Ese era su meta, alcanzar una ronda en la que no ha estado, ya que hasta en cinco ocasiones se ha estrellado en los cuartos de final.
Para evitarlo, Muguruza exhibió su capacidad de respuesta. Como en el primer set, comenzó por debajo, se dejó un 'break' de desventaja de camino y lo recuperó inmediatamente. No estaba dispuesta a dejar que la rusa se fuera en el marcador y se le pasase por la cabeza que podía ser su día.
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Era el día de que Muguruza igualase a su entrenadora, de que se convirtiera en la primera española en llegar a las semifinales en Melbourne desde que lo hiciera Conchita Martínez en el 2000. Veinte años después de aquella proeza, Muguruza rompe su techo en Australia y se clasifica a unas históricas semifinales.
Ahí le espera Simona Halep, número dos del mundo. La rumana, en una semana perfecta en la que no ha cedido ni un set, se ganó el derecho a buscar la final al vencer a la estonia Anett Kontaveit por un doble 6-1 en apenas 53 minutos de partido. Será el sexto enfrentamiento entre Muguruza y Halep, con la española dominando por tres victorias a dos.
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