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Enric Gardiner
Sábado, 11 de enero 2020, 13:25
«Es la pregunta más estúpida que he escuchado en mi vida», aseveró Nick Kyrgios cuando un periodista le cuestionó sobre si Alex de Miñaur estaba preparado para ganar a Rafael Nadal. Y quizás tenía algo de razón el díscolo australiano, porque ... el joven De Miñaur dio mucha guerra a un Nadal que tuvo que remontar un set al 'aussie' (4-6, 7-5 y 6-1) para meter a España en la final de la primera ATP Cup. Ahí esperará Serbia, que se deshizo de Rusia liderada por Novak Djokovic y Dusan Lajovic.
Tras el triunfo de Roberto Bautista ante Kyrgios, Nadal se encontró con un duro rival como De Miñaur. A sus 20 años, el australiano de origen español se valió de una agresividad sin igual para machacar a Nadal durante buena parte del encuentro. De sus anteriores derrotas ante el español, en las que apenas se mostró como una promesa aún sin desarrollar, aprendió a buscarle las cosquillas a Nadal y a atacar como forma de juego.
Un primer set inmaculado probó que la estrategia creada junto a su capitán Lleyton Hewitt daba sus frutos. Estaba sacando de la pista a un Nadal que sin estar al mejor de sus niveles, ya no mostraba los niveles de sofoco que sufrió ante David Goffin. Se estaba jugando a otra cosa, a lo que quería el australiano, al que prácticamente le entraba todo en pista. Daba igual la posición o el nivel de dificultad. El «demonio», como le apodan, estaba hechizado por la atmósfera de su país y de su gente y no parecía reparar en que enfrente tenía a todo un número uno del mundo.
Y si para algo tiene capacidad Nadal es para parecer estar sumido en un letargo y aparecer en el momento justo. De Miñaur no había tenido que enfrentar ni una pelota de rotura hasta que el balear se puso 6-5 arriba en el segundo set. En cuanto dudó al servicio el australiano, Nadal se llevó el primer punto de 'break' que había tenido hasta el momento y mandó el partido al tercer set.
De Miñaur ya estaba desinflado, había perdido el aura que le acompañaba y Nadal pasaba el rodillo. El 6-1 con el que finiquitó el encuentro sacó a relucir la capacidad de adaptación y resiliencia del español y hacer bueno, una vez más, el dicho de que nunca se puede dar por perdido a Nadal.
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