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Enric Gardiner
Madrid
Martes, 25 de diciembre 2018, 18:15
Empezó el año como la segunda mejor tenista del mundo y lo acaba en el puesto 18, a más de 4.000 puntos de distancia de la rumana Simona Halep. El 2018 de Muguruza ha sido malo, irregular y doloroso. Después de un 2017 en ... el que se alzó con Wimbledon y abrochó por primera vez el trono mundial de la WTA, el balance de este año es paupérrimo. Un solo título menor, Monterrey, y un puñado de decepciones que provocan que el margen de mejora para 2019 sea enorme. Las 44 victorias y 21 derrotas cosechadas han cercenado de lleno cualquier posibilidad de mantener la regularidad y los resultados que la convirtieron en la mejor tenista del mundo.
La explosión de varias jugadoras jóvenes como Elina Svitolina, maestra en Singapur, Naomi Osaka, campeona del Abierto de los Estados Unidos, Daria Kasatkina y Aryna Sabalenka han aumentado la competencia en la WTA, lo que unido a la recuperación de tenistas como Angelique Kerber, ganadora de Wimbledon, y de Caroline Wozniacki, triunfadora en Australia, han provocado que, para estar entre las mejores, haya que dar un paso adelante que Muguruza aún no ha encontrado.
El bajonazo ha llegado, especialmente, en los Grand Slam, donde el rendimiento de la española siempre acostumbraba a despegar. El tropezón en Australia más que como un simple despiste quedó como una premonición para el resto de la temporada. Muguruza cedió en segunda ronda y abandonó Melbourne un año más sin pisar las semifinales.
El toque de atención sirvió para que se recuperara y firmara final en Doha, semifinales en Dubai, y título en Monterrey, con, eso sí, salidas tempranas en Indian Wells y Miami (cuarta ronda y segunda, respectivamente). Entre tanto, Conchita Martínez se marchó del equipo de trabajo de la tenista, rompiendo así con la unión que dio pie al Wimbledon conquistado en 2017.
Llegada la tierra, se frenó la progresión y la española llegó sin grandes resultados sobre arcilla a Roland Garros, donde su última visita acabó bañada en lágrimas al no haber podido revalidar el título. Este fue el pico del año para la tenista. Escaló hasta semifinales sin perder un set y arrasando a Maria Sharapova en cuartos, y solo le paró los pies la, a la postre, campeona, Simona Halep.
Empezaba a despegar, pero la hierba, antigua amiga, se le marchitó. Salió con un victoria de Birmingham y en Wimbledon llegó el batacazo. Derrota en segunda ronda y adiós a más de 1.900 puntos en el ránking. El US Open solo empeoró la situación. Karolina Muchova, número 202 del mundo, la echó de Nueva York en segunda ronda por lo que Muguruza cerró 2018 sin finales de Grand Slam.
El último caramelo del año eran las Finales WTA de Singapur, pero la gira asiática, en la que el mejor resultado en cuatro torneos fueron unas semifinales en Hong Kong, terminaron por certificar que no era el año de la española. Varios escalones por debajo del tenis que atesora, Muguruza culminó en el Masters B perdiendo en semifinales y despidiéndose de la amargura de la irregularidad, más presente que nunca en su carrera.
La española continuará trabajando en 2019 con Sam Sumyk y tras una exhibición en Hawai a finales de este mes, arrancará el año en la Copa Hopman, junto a David Ferrer, antes de iniciar la competición oficial en Sídney. La mejor noticia que tiene para el año que viene es la poca cantidad de puntos que defenderá; apenas 2.910, por lo que su margen para volver rápido al top 10 y volver a la cabeza de la WTA es muy grande. De ello dependerá, que recupere la regularidad y la capacidad de pelear con las mejores.
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