enric gardiner
Sábado, 11 de diciembre 2021, 16:40
El legendario Manolo Santana, uno de los grandes tenistas españoles de todos los tiempos, figura clave del deporte nacional en tiempos de crisis y modelo de futuras generaciones que se miraron en el espejo del madrileño, ha muerto este sábado en Marbella a los 83 ... años.
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Santana, que sufría Parkinson, solía pasear en sus últimos años por la zona de jugadores del All England Club con dificultades. Porque a cada paso que daba, un tenista, periodista o entrenador le pedía una fotografía. Con su traje y su chapa de miembro del club de tenis más prestigioso del mundo, Manolo se paraba con todos ellos. Desde Roger Federer a Rafael Nadal. Todos querían una imagen de recuerdo con el maestro del tenis español, el primer gran precursor de este deporte en nuestro país, el hombre que abrió la puerta a los éxitos.
Nacido en Madrid en 1938, en plena Guerra Civil, Santana comenzó su idilio con el tenis como recogepelotas en un club de tenis, en el que sus propios socios apoyaron financieramente la carrera de un chico que apuntaba maneras y que ayudó a la popularización de un deporte que, por entonces, era visto como algo prácticamente para las élites.
A ello contribuyeron sus victorias fuera de España. La más grande, la conseguida en Wimbledon 1966 ante el estadounidense Dennis Ralston. Enorme, fantástica por ser la primera de un español en el gran torneo sobre la hierba londinense, y la última hasta que Conchita Martínez, Rafael Nadal y Garbiñe Muguruza triunfaron.
Pero antes de ganar en el pasto del All England Club, Santana ya era una leyenda, una institución. Había ganado en Roland Garros ante Nicola Pietrangelli, el italiano que ahora da nombre a las pistas del Foro Itálico y que poseía dos títulos en París. Además, era un gran amigo suyo. En 1961 y 1964, en la tierra batida, Santana abrió un camino que luego seguirían Andrés Gimeno, Sergi Bruguera, Juan Carlos Ferrero, Carlos Moyá, Albert Costa y Nadal, en categoría masculina, y Arantxa Sánchez Vicario y Muguruza en chicas.
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También sumó un Abierto de los Estados Unidos, que entonces era una auténtica odisea para los tenistas europeos. Santana, en la hierba de Forest Hill, se proclamó campeón en el 65, siendo el primer europeo en conseguirlo desde Fred Perry en 1936. Solo le faltó Australia para igualar a Rod Laver, uno de los grandes rivales de su época, pero Santana nunca tomó el barco camino de Melbourne. «Nosotros no podíamos permitirnos grandes gastos, porque no cobrábamos por torneos», aseguró Santana en una entrevista.
Sus cuatro Grand Slams, el segundo español que más tras Rafa Nadal, son la nata de un palmarés en el que lucen un total de 72 torneos, conseguidos a caballo de la época 'amateur' y la era Abierta que entró en vigor en 1968 y de la que Juan Antonio Samaranch se convirtió en héroe cuando logró retener a Santana como aficionado, para que siguiera jugando los Grand Slams y la Copa Davis con España. «Tuve la suerte de que Samaranch, entonces hombre fuerte del deporte español, se negó en redondo a que me fuera con los profesionales», reconoció.
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Precisamente, la Davis fue la gran espina clavada de Santana, que nunca pudo ganarla, pero que fue el primero, junto a Andrés Gimeno, en hacer que el nombre de España resonase. Con él como número uno, España jugó dos finales en 1965 y 1967, en el formato antiguo en el que al llegar a la final te enfrentabas al campeón del año anterior y fuera de casa.
España apenas tuvo opciones, perdió ambas en la hierba australiana ante el equipo conformado por Laver y Roy Emerson, dos de los mejores de la historia. Tampoco pudo cerrar la gloria en su etapa posterior como capitán, cargo que desempeñó entre 1980 y 1985 y luego más tarde entre 1995 y 1999.
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Santana fue también número uno del mundo, logró el oro olímpico en 1968 en individuales y la plata en dobles, aunque aquel torneo tuvo carácter de exhibición, y se retiró en 1970 en todo lo alto, ganando la final del Conde de Godó a Laver, aunque siguió jugando esporádicamente hasta finales de los 70. Su figura fue reconocida mundialmente en 1984, cuando le introdujeron en el Salón de la Fama.
En España, Santana ejerció como director del Masters de Madrid hasta 2017, cuando le sustituyó Feliciano López. Ya con la salud ya muy delicada, nunca se perdía Santana una rueda de prensa de Nadal durante el torneo de la capital y siempre tenía un asiento reservado en primera fila. Tras su paso a un lado, siguió siendo director honorífico del torneo más grande del país. Además, la pista central de la Caja Mágica lleva su nombre. Santana, el hombre que descubrió el tenis para España, ha muerto, pero su legado permanecerá eterno.
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