Secciones
Servicios
Destacamos
Manuel Sánchez
Sábado, 5 de noviembre 2016, 18:09
Andy Murray era la esperanza de Dunblane, un pequeño pueblo situado en el centro de Escocia conocido durante mucho tiempo por la masacre que se gestó en él. En 1993 Thomas Hamilton asesinó a dieciséis niños en la Escuela de Primaria y entre los supervivientes ... estuvo Andy. Ahora, este pueblo británico está ligado a Murray, que se encargó de que su lugar de nacimiento fuese recordado por sus gestas en una pista de tenis. Con la retirada de Milos Raonic antes de jugar la semifinal del Master de París, Andy Murray ha accedido directamente al primer puesto del escalafón mundial, esa última meta que faltaba en la carrera del británico tras conquistar anteriormente los Juegos Olímpicos, Wimbledon o la Copa Davis.
De este modo acaba una persecución al trono de la ATP que ha durado más de siete años, desde aquel 17 de agosto de 2009 en el que Andy Murray se colocó por primera vez como número dos del mundo. Desde entonces Andy no ha parado de conseguir récords. En 2013 se convirtió en el primer británico en vencer en Wimbledon desde que lo hiciese Fred Perry en 1936, y en 2012 sucedió a Josiah Ritchie -lo hizo en 1908- como el último británico en conseguir la medalla de oro. En una época en la que Andy ha tenido que convivir con algunos de los más grandes tenistas de la historia (Federer, Nadal o Djokovic), el británico ha sabido crearse un estilo propio y una identidad dentro de la pista que le diferencian del resto. Pese a su pobre bagaje en Grand Slam (ha ganado 3 y ha caído en 8 finales) pocas voces se aventuran a no incluirle en cuarteto de honor de los llamados cuatro grandes, formado por Rafael Nadal, Roger Federer, Novak Djokovic y el propio Andy Murray. Sus títulos le avalan, tres Grand Slam, trece Masters 1000 que puede ampliar este domingo en París-, dos medallas de oro olímpicas y una de plata y la Copa Davis conseguida en 2015 con su país, son méritos suficientes a los que sólo faltaba reinar en el ranking ATP. Novak Djokovic se bajó del trono 122 semanas después y Andy recogió el testigo de la mano de su compañero; Murray se merece ser número 1 declaró el serbio tras su derrota en cuartos de final en París.
Vigésimo sexto número 1
Murray se convierte de esta manera en el 26º tenista en toda la historia en ser número uno y acaba con la tiranía de Federer, Nadal y Djokovic, quienes se habían repartido el galardón desde que otro Andy, esta vez Roddick, dejase el puesto uno del ranking en agosto de 2004. A sus 29 años el británico ha dado con la tecla en su juego para dejar de ser un buen tenista y convertirse en un rey del tenis. Desde Wimbledon 2016, Andy sólo ha perdido tres partidos y ha levantado cinco títulos para recortarle a Djokovic más de 8.000 puntos de desventaja en la clasificación, una locura al alcance de muy pocos.
El juego de Andy no es el más espectacular, su físico no es el más dotado o quizá no es el jugador que más cariño recibe del público, pero sí se puede afirmar que el británico no se rindió en ningún momento y representa el mejor ejemplo de que con esfuerzo, constancia y mucho trabajo se puede conseguir lo que sea. Por su lucha, por Dunblane, por su madre que está en la grada en cada torneo, por su hermano Jamie -que es número uno del mundo en dobles-, por su mujer y, sobre todo, por él mismo. Por todos ellos, Andy Murray puede gritar de una vez por todas que es el mejor tenista sobre la faz de la tierra.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para registrados
¿Ya eres registrado?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.