Yamaha respira aliviada tras asomarse al precipicio

Esto, el escenario de las tres categorías, debería haber mandado en el jueves del bautizado como Gran Premio de Europa, con la alargada sombra de la covid-19 sobrevolando el 'paddock' del campeonato. Valentino Rossi apuraba sus opciones para no ser baja por tercer fin de semana de competición consecutivo, al haber continuado dando positivo en las PCR que se ha venido haciendo desde el fin de su cuarentena, mientras Yamaha desplazaba a Valencia al estadounidense Garrett Gerloff, piloto del Mundial de Superbikes sin experiencia en MotoGP; e Iker Lecuona se quedaba fuera al verse obligado a confinarse por el gobierno de Andorra tras el positivo de su hermano, con el que convive, lo que le impedirá competir en el trazado en el que debutó por sorpresa en 2019 en la clase reina.

Sin embargo, una noticia terminó dejando de lado estos dos aspectos, una amenaza de sanción a Yamaha y a sus pilotos que al final no afectó a la clasificación de pilotos, como se temía. Yamaha viene sufriendo problemas con sus motores desde el inicio del año. Este año se han quedado en fuera de juego por problemas en el propulsor Rossi en la primera carrera en Jerez, y Morbidelli en la segunda. Y Viñales ya probó en el último gran premio disputado en el Motorland de Aragón a rodar menos en entrenamientos para tratar de conservar en el mejor estado posible los pocos que le quedan en uso. «Estoy en una situación tensa, me estoy quedando sin motores», reconocía este jueves el español, a la vez que apuntaba a seguir esta estrategia de minimizar la acumulación de kilómetros en pista.

De tener que recurrir a un motor extra, Viñales (o cualquier otro piloto) se vería obligado a salir desde el 'pit lane' en carrera, lo que arruinaría por completo sus opciones en el momento clave del año. Pero el problema para Viñales, y para Quartararo y Morbidelli, en lucha por el título, podría haber sido mucho mayor. La marca japonesa reconoció en el ámbito de una de las reuniones periódicas de la asociación de constructores (MSMA) que tuvo lugar en Valencia que cometió una irregularidad al abrir algunos de sus propulsores, algo que por reglamento está prohibido (los motores se sellan a principio de temporada y solo se permite cambiar unas piezas determinadas). Yamaha trató de que el resto de fabricantes hiciese una excepción y les permitiesen solucionar un problema de válvulas con el que se encontraron en la primera carrera del año disputada en Jerez; pese a no tener respuesta, la marca decidió llevar a cabo esa apertura, lo que ha acarreado una sanción. Una sanción que casi es un premio.

Y es que sus pilotos temían que se les restasen los puntos sumados en esa prueba en el trazado andaluz, algo que habría dinamitado la general. En ese domingo Quartararo, segundo del Mundial, ganó y sumó 25 puntos, Viñales, que es tercero, cruzó la meta en segunda posición, y Morbidelli se llevó 11 puntos al finalizar quinto. Una 'escabechina' que con un campeonato tan apretado habría dejado a Mir el título en bandeja. Pero Yamaha pudo respirar, al solo perder 50 puntos en la clasificación de mejores constructores, mientras que a sus dos escuderías se le sustraen los sumados por los pilotos para el campeonato de equipos. Constructores y equipos, dos 'títulos' mínimos comparados con el de pilotos, que arrancará este viernes un capítulo más de una igualada lucha, con la amenaza de fuertes lluvias y a bajas temperaturas, la tónica del tramo final de la temporada. Elementos que obligan a extremar las precauciones en un punto del año en el que casi parece más importante no fallar que lanzarse con todo a por el premio grande de la victoria en una carrera. Eso que Mir no ha logrado aún.