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BORJA GONZÁLEZ
Circuito de Phillip Island
Domingo, 27 de octubre 2019, 07:28
Tailandia. Marc Márquez llegaba a la decimoquinta prueba del calendario con la primera posibilidad de cerrar el Mundial. Tras mantenerse a rueda de Fabio Quartararo toda la carrera, le asestaba un golpe en la última vuelta y se llevaba su noveno triunfo de 2019, cerrando ... así el campeonato. Japón. Con su objetivo ya cumplido, Márquez afrontaba los retos menores, el de dar a HRC el título de constructores, y el de mantener el hambre y la concentración y, de paso, la presión sobre los que piensan en intentar hacerle sombra en 2020. Décima victoria del año. Australia. Tras un fin de semana tenso, con la climatología como factor entorpecedor del trabajo de pilotos y equipos, el de Cervera se plantaba en la parrilla sin haber brillado como en los anteriores fines de semana, desde una tercera plaza lograda en el oficial pospuesto a la misma mañana del domingo, y tras tres días dominados por un imperial Maverick Viñales, ganador en 2018, el más rápido en seco, en mojado, con viento y en la pelea por la pole, en una sesión en la que fue más de medio segundo más veloz que Quartararo, más de siete décimas superior al campeón, una barbaridad. Un guión pre escrito, el del dominio de Viñales, que Márquez se encargó de destrozar.
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«Lo dije cuando conseguí el título, que de lo que se trataba era de acabar todas las carreras en el podio, no ganarlas, pero sí estar en el podio, y hoy tenía un gran reto por delante porque la diferencia con Maverick era muy grande». La carrera comenzó con un incidente que descartó de una tacada a Petrucci y a Quartararo, con Viñales de nuevo saliendo mal, y con uno de esos típicos largos grupos que se ven en Phillip Island. Primero liderado por Valentino Rossi, después por Cal Crutchlow y hasta por Andrea Iannone, con las Aprilia (también la de Aleix Espargaró) pululando en un pelotón con las Ducati de Andrea Dovizioso y del ídolo local Jack Miller, o la Suzuki de Alex Rins. Con Viñales encerrado, todo se centraba en entender si éste iba ser capaz de deshacerse de la compañía y escalar hasta la cabeza para imponer su ritmo. Dicho y hecho, en el décimo giro la Yamaha tomaba la delantera y comenzaba a martillar sobre el trazado de la isla rompiendo el enorme grupo. Eso sí, sin poder quitarse de encima a Márquez, que fue el único, tras un amago de Crutchlow, que pudo seguir la estela de la M1. «Mi estrategia era seguirle al principio y sobrevivir al final, pero el ataque ha sido en la última vuelta, mi intención era pasarlo en la recta de meta que era el único sitio en el que era más rápido que él», confesaba el campeón del mundo al final de la prueba. «Si no pasaba nada en la última vuelta, en la última curva lo podía pasar antes de la línea de meta, justo, pero lo pasaba si no sucedía nada raro».
Gran Premio de Australia
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Jugando con su rival, como había hecho en Tailandia con Quartararo, se vio claramente cómo cortaba gas a final de la recta para no pasarle y lanzar el ataque en la última vuelta, cuando más duele; Márquez dejó pasar las vueltas, consciente de que lo difícil estaba hecho. «Yo estaba haciendo mi ritmo e intentaba llevarlos al límite, pero es difícil cuando te sacan tanta diferencia en la recta», apuntaba Viñales ya con la carrera acabada, una prueba en la que terminó por los suelos al fallar en un desesperado ataque final y cuando su rival ya le había destrozado con la mayor potencia de la Honda. «Sabía que me iba a adelantar ahí en la última vuelta, lo tenía claro, pero me había preparado muy bien el tercer sector para volverlo a intentar. Mala suerte, pero prefería acabar así que terminar segundo», esgrimió sobre ese todo o nada con el que salió sin puntos de Australia. «Lo he probado hasta el final hasta el final. He intentado tirar la diagonal pero cuando he bajado la marcha se me ha cruzado y no he podido hacer nada para salvarla. De pilotaje he dado el máximo y eso es lo que nos llevamos».
Quinta victoria consecutiva de Márquez, la undécima de 2019, un piloto que no quiere dejar nada en el tintero en lo poco que queda de año. El error de Viñales permitió a Crutchlow cazar un buen segundo, en un doblete para HRC, en el mismo día en el que Jorge Lorenzo mostró la peor versión de su ya pobre versión como piloto de la casa japonesa: último, a más de un minuto de Márquez, a más de 50 segundos de Crutchlow, a unos 40 de la tercera RCV, la versión 2018 que en estos tres últimos grandes premios pilota el francés Johann Zarco. El podio lo cerró Miller, que premió a esos miles de aficionados australianos que no se rindieron ante el fin de semana más desapacible de la temporada.
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