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JESÚS GUTIÉRREZ
ALCAÑIZ
Lunes, 19 de septiembre 2022, 16:39
Aleix Espargaró luce un tatuaje en su muñeca izquierda con la palabra 'resiliencia' en inglés y una fecha, '03-04-22'. Es el día que consiguió su primera y hasta ahora única victoria en MotoGP, en el pasado Gran Premio de Argentina. «Resiliencia significa mi ... carrera deportiva», explicaba en su día el piloto catalán. «Podían cambiar la Wikipedia y poner 'la carrera deportiva de Aleix Espargaró'. Ser capaz de hacer frente a las adversidades de una manera positiva, de nunca rendirse». En la montaña rusa que ha sido su trayectoria en el Mundial desde que debutó en 2004, ha tocado fondo y se ha levantado en varias ocasiones, para vivir a sus 33 años los mejores momentos como deportista.
En el Gran Premio de Aragón también volvió a recordar la palabra «resiliencia» para entender cómo había transcurrido su fin de semana. Comenzó el viernes con dos caídas que minaron su confianza. Eso le costó tener que pasar por la repesca de la Q1 el sábado para buscar su sitio en la parrilla. Levantó la situación y se plantó cuarto en la Q2, rodeado como casi siempre de Ducatis. Y ya el domingo terminó de darle la vuelta a la tortilla subiendo a un podio que parecía inalcanzable solo dos días antes. El tercer puesto era el mejor resultado posible, vista la superioridad del dúo italiano Bastianini y Bagnaia, y tuvo más valor por el desafortunado cero del líder Quartararo, envuelto en un accidente con Marc Márquez en la primera vuelta.
«Volvemos a estar en el juego», comentaba un siempre positivo Aleix Espargaró al acabar la carrera. El de Granollers rompía por fin una racha de siete carreras sin pisar el podio y una tendencia negativa que le iba alejando carrera a carrera, punto a punto, del liderato en la general. El mayor de los Espargaró no estaba tan cerca desde aquel penúltimo podio de Mugello y ahora se mete de nuevo en la pomada, por debajo de la distancia psicológica de una carrera (17 puntos) con respecto a Fabio Quartararo.
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La batalla por el título se decidirá en las próximas cinco carreras. Cuatro de ellas se disputan fuera del continente europeo, en circuitos que el Mundial de MotoGP no pisa desde hace tres años. Hay tres pilotos separados en apenas 17 puntos y las inercias juegan a favor del hombre que va segundo en la clasificación. Pecco Bagnaia ya está a solo 10 puntos de Quartararo cuando hace cinco carreras estaba a 91. Desde entonces ha sumado cuatro victorias y un segundo puesto y ha demostrado que la Ducati es una moto muy superior. Tanto, que el domingo un compañero suyo de marca, Enea Bastianini, le birló la victoria en la última vuelta y con ella 5 puntos que podrían ser de oro a final de año, viendo lo igualado que está el campeonato. El tercer elemento en esta contienda sigue siendo el mismo. Ese al que su resiliencia le impide rendirse. «No quiero ser oportunista, pero yo siempre he creído». Palabra de Aleix Espargaró.
En lo mediático, el Gran Premio de Aragón estuvo marcado por la omnipresencia de Marc Márquez. Su retorno a las carreras fue el foco de atención y de atracción de los medios y de los aficionados que cada día se agolpaban a las puertas de su box. Aunque el domingo partía decimotercero en parrilla, pocos dudaban de que podría hacer magia y que estaría peleando en las posiciones de cabeza. Y cumplió… el tiempo que duró encima de su moto. Hizo magia en la salida, remontando hasta la sexta posición, pero un choque con Quartararo y otro posterior con Nakagami, le obligó a retirarse antes de terminar la primera vuelta, con su Honda toda hecha jirones.
A pesar de que la carrera estaba en marcha, este incidente de la salida volvió a centrar todos los focos en él y la discusión sobre si la acción había sido fortuita o había intencionalidad llegó a las redes sociales como un tsunami. Algo, por otra parte, ya habitual cuando el de Cervera está implicado (algún día los seguidores de Rossi le culparán del asesinato de Kennedy). Y en medio de un debate tan polarizado, el propio Márquez salió por segunda vez en televisión para aclarar lo sucedido en DAZN, tirando de ironía. «Los haters siempre ganan. Lo suyo es ignorarlos y ya está. Yo sé lo que ha pasado. Llevo 10 años en MotoGP y sé lo que se puede hacer y lo que no».
Lo que pasó es que todos los implicados en el accidente (y la mayoría de los pilotos de MotoGP) tenían la misma opinión. Quartararo no pudo evitar embestir a Márquez por estar tan pegado a su moto. Y cuando la rueda trasera de la Honda se quedó bloqueada por ese toque, Nakagami apareció justo en la trazada de su compañero de marca, con el que también impactó. Un cúmulo de mala suerte que el principal afectado, Fabio Quartararo, resumía en pocas palabras: «Es un lance de carrera… pero jode mucho».
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