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Oscar Piastri celebra su victoria en el GP de Baréin. G. Cacace / AFP
Piastri convierte el desorden en victoria en Sakhir
GP de Baréin

Piastri convierte el desorden en victoria en Sakhir

El australiano afianza el dominio de McLaren en una carrera caótica en Baréin, con múltiples estrategias, fallos técnicos y una jornada gris para Alonso y Sainz

David Sánchez de Castro

Domingo, 13 de abril 2025, 16:38

McLaren ya puede decir, sin tapujos, que tiene un bendito problema. La victoria de Oscar Piastri en Baréin confirma al australiano como el plan B en la lucha por el Mundial, todavía liderado por Lando Norris, que amplía ligeramente su ventaja. El equipo de Woking es, hoy por hoy, la estructura más fuerte, aunque no intocable. Segundo clasificado fue George Russell, que tuvo que esperar unas horas para ver confirmada su posición, dado que un surrealista problema —perdió la señal con el GPS— hizo que su DRS no funcionase correctamente y, sin querer, lo usase en un lugar no habilitado para ello. Los comisarios fueron indulgentes con él y no le sancionaron.

La carrera fue impredecible, cambiante, con sustos… y otra decepción para los pilotos españoles. Fernando Alonso, al menos, cruzó la meta, aunque en una lejana 16ª posición que horas después se convirtió en una 15ª. Carlos Sainz, en cambio, abandonó tras un toque con Tsunoda y una sanción previa. La clave volvió a estar en los neumáticos. Si en Suzuka Pirelli adormeció la prueba, en Sakhir permitió una variedad estratégica tal que resultó imposible adivinar el desenlace antes de la bandera a cuadros… que, además, acabó dependiendo del dictamen de los comisarios.

Los primeros metros del GP de Baréin ya dibujaron el mapa del podio. Piastri firmó una gran salida y se aseguró el liderato sin necesitar órdenes de equipo. Russell, por su parte, sorprendió con un inicio agresivo que le situó como candidato real a la victoria. Y Norris, que se colocó fuera de su cajón en la parrilla, fue sancionado con cinco segundos que, gracias al caos posterior, no comprometieron gravemente sus opciones… al menos en la primera mitad de carrera.

El susto para Norris llegó desde Ferrari, que esta vez sí acertó. Apostaron por una estrategia a contracorriente que funcionó. Tanto Leclerc como Hamilton —sí, Hamilton, con una flecha plateada en rojo— sufrieron al principio, pero sacaron partido a la buena gestión de los compuestos medios, que les permitieron ser competitivos en los relevos centrales frente a rivales con planes más conservadores.

La carrera fue un puzle de neumáticos: blandos, medios y duros en pista al mismo tiempo. Entre los que arriesgaron destacó un valiente Andrea Kimi Antonelli. El joven de Mercedes, con apenas 17 años, se batió con nombres grandes como Verstappen —al que llegó a superar en una lucha directa— o un Alonso sin recursos a bordo de un Aston Martin que, esta vez, fue más tractor que coche de carreras.

Los fallos de Red Bull

Verstappen vivió una jornada insólita. Fallaron las paradas —las dos primeras, con errores en la colocación de ruedas— y perdió un tiempo valiosísimo que le alejó de la zona alta. También lo sufrió Tsunoda, perjudicado en boxes. Todo eso abrió el abanico de alternativas en carrera, donde Carlos Sainz parecía bien colocado.

El madrileño partía en zona de puntos, con una estrategia competitiva y el caos a su favor. Pero no tuvo margen para brillar. Primero, una sanción de 10 segundos por echar fuera a Antonelli hipotecó sus opciones. Después, Tsunoda le destrozó el lateral del coche en una maniobra agresiva. El impacto fue tal que los restos del Williams acabaron esparcidos por la pista, obligando a desplegar el coche de seguridad. Sainz, con el coche roto, tuvo que abandonar. Fue el único DNF del día. Lo curioso es que, pese a la magnitud del golpe, a Tsunoda no le cayó sanción alguna.

No fue el único episodio surrealista. Russell, que rodaba segundo, sufrió una avería en su transpondedor. Desaparecía intermitentemente del sistema de tiempos, su DRS no se activaba cuando debía y, en un momento dado, lo activó donde no podía. La situación dejó el podio en el aire durante horas mientras los comisarios investigaban.

A eso se sumó el desgaste de sus neumáticos blandos, que lo dejaron vendido en las últimas vueltas ante un Norris que volvió a hacer honor a su apodo de Blando: no agresivo, pero sí constante. No le bastó para adelantar, pero sí para meter presión… y esperar al dictamen de los comisarios para rascar un segundo puesto que, finalmente, no llegó y se conformó con ser tercero en esta carrera. El líder del Mundial se mantiene en esa posición, pero ahora con tres puntos de ventaja sobre su compañero, que apunta a ser su rival más duro por el título.

En la zona baja, Alonso sobrevivió como pudo. El Aston Martin no es el último coche de la parrilla, pero casi. La estrategia fue mejorable —tanto en su lado como en el de Stroll— y el ritmo, directamente inexistente. El asturiano mejoró primero una posición gracias a una doble sanción a Liam Lawson, que le permitió ser 16º en vez de 17º, y horas después otra plaza por la descalificación a Hulkenberg, cuyo suelo del Sauber no llegaba al mínimo exigido por la FIA y, como le pasó a Hamilton en China, fue excluido de la carrera. Alonso acabó 15º, pero es un pobre consuelo. Poco más puede rascar ahí.

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