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David Sánchez de castro
Domingo, 3 de julio 2016, 01:08
Lewis Hamilton sale del Gran Premio de Austria reforzado, tanto en lo deportivo como en lo personal. El británico venció en una carrera que tenía perdida hasta la última vuelta, cuando su compañero, Nico Rosberg, tuvo un problema en los frenos a falta de unas ... pocas curvas para el final de la carrera. Hamilton llegaba más deprisa y le había ganado la posición de la curva por el exterior; Rosberg estaba por dentro y, según él, le dejó espacio. Sea como fuere, quien acabó más perjudicado fue el propio Rosberg, que lideraba una carrera muy compleja a falta de pocos kilómetros para el final y que acabó no sólo sin victoria, sino también fuera del podio.
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Fue el colofón de una emocionante carrera que empezó con una sorpresa muy positiva para McLaren: Jenson Button rodó durante unas cuentas vueltas en posiciones de podio. En cuanto a Nico Hülkenberg, se deshizo como un azucarillo, cuando el británico llegó a rodar en segunda plaza. Los aficionados de la escudería de Woking empezaron a entonar eso de «¡árbitro, la hora!» cuando le vieron en esa posición, pero poco a poco se fue hundiendo.
En ese momento, Carlos Sainz mostró su lado más agresivo. Era lo que necesitaba para remontar desde el 15º puesto. No podía andarse con remilgos en una carrera en la que tenía que echar el resto. Parte de esa agresividad la sufrió Sergio Pérez en sus carnes, cuando intentó pasarle y el español le cerró de manera un tanto excesiva, en opinión del mexicano. El 'karma' se encargó de devolvérselo a un Sainz que, otra vez, fue perjudicado en boxes. Un mal cambio de neumáticos le mandó demasiado atrás en su segunda parada y, como él mismo dijo después de la carrera, le obligó a remontar dos veces. El rendimiento de Sainz le permitió llegar al octavo puesto, con adelantamiento a Fernando Alonso incluido a media carrera.
Para el asturiano fue una carrera para olvidar. Hizo una buena salida, sin volverse locos, pero pronto se vio luchando por los puntos. El problema es que la mecánica no le iba a respetar. No tuvo ritmo, no pudo pelear apenas con nadie y la estrategia no fue excepcional, algo que es fundamental para un piloto con un coche con serias carencias con respecto al resto. A falta de cinco giros, le llamaron por radio para que metiese el coche en el box: no valía la pena seguir. La maldición de Alonso con Austria se mantiene: cinco participaciones en el circuito de Spielberg, cuatro abandonos.
Quien tampoco acabó la carrera fue Sebastian Vettel. El alemán iba líder cuando, al pasar por meta, el neumático trasero derecho le reventó. Su cara era un poema: el exceso de optimismo de Ferrari con el aguante de ese compuesto fue excesivo, y le costó al tetracampeón un nuevo abandono. Todo quedó en manos de Räikkönen, y de un golpe de suerte.
El choque, y las horas de espera
Todo apuntaba a que iba a ser la estrategia quien marcara el final de carrera. Hamilton y Rosberg llegaron a final de prueba con los neumáticos muy gastados, ya que ambos se habían deshecho de los ultrablandos muy pronto. El juego de neumáticos blandos que colocaron en su lugar ya dejaba de funcionar, y ordenaron entrar al británico. Le colocaron unos nuevos del mismo compuesto, y a volar para intentar hacerle el llamado 'undercut' a su compañero. Sin embargo, todo salió mal: la parada en boxes fue lenta, se equivocó en una de las curvas y, por si fuera poco, a Rosberg le pusieron superblandos. El enfado de Hamilton era notable. ¿Por qué su equipo beneficiaba a su compañero de esta manera?
Más allá de teorías conspiranoicas, quien más tenía que ganar de estas dudas eran Max Verstappen y Kimi Räikkönen. El holandés se asentaba en la tercera posición, con el finlandés detrás, y todo parecía que se iba a quedar ahí, hasta que en la última vuelta se desencadenaba la bomba del fin de semana. Rosberg llegaba por delante a la última curva, Hamilton le ganó la posición por fuera e intentó trazar. Sin embargo, el alemán se echó por fuera. y se acabaron tocando. Resultado: Rosberg con el alerón roto llegando a meta a trancas y barrancas en cuarta plaza, Hamilton logrando su victoria número 46, Verstappen amarrando el mejor resultado de Red Bull en su circuito y Räikkönen salvando un podio para Ferrari en una carrera en la que iban a salir con las orejas muy gachas.
La polémica estaba servida en el equipo campeón, que rápidamente se apresuró a dar como excusa oficial los fallos de los frenos de Rosberg. El problema es que el propio piloto empezó a justificarse por su lado diciendo que le había dejado espacio de sobra a Hamilton. El caso es que los comisarios les llamaron a los dos y, tras casi cuatro horas de deliberaciones, castigaron al alemán con 10 segundos y una reprimenda, con lo que al final mantiene la cuarta plaza.
La guerra entre los corredores de Mercedes tendrá un nuevo episodio el próximo fin de semana, en Gran Bretaña. La cuna de la Fórmula 1 será un escenario más propicio para Hamilton, donde no debería escuchar los abucheos del respetable que sí se cebaron con él en el Red Bull Ring. Mercedes ya ha avisado: habrá órdenes de equipo. No quieren que los piques entre sus pilotos pongan en peligro un reinado que quieren prolongar, al menos, hasta noviembre de este año.
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