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El olor ayuda a identificar donde nos encontramos. También lo hace la humedad, que pronto invita a quitarse la ropa y preparar el salto. Las chanclas están preparadas y toca ajustar la prenda antes de lanzarnos de lleno a disfrutar de un verano que para otros no entiende de fechas en el calendario.
Poco a poco las cosas van volviendo a la normalidad, también para ellos. Cuatro meses han estado fuera de su hábitat natural al que ahora regresan para disfrutar y volver a los entrenamientos.
El Club Natación León regresaba esta semana a la piscina del Hispánico tras vivir un confinamiento donde tenían imposible practicar su deporte. «Sin piscina es muy difícil, lo más que tenían era la bañera», bromea Miriam Sequera, entrenadora de varias categorías junto a otro de sus compañeros. «Llevé al grupo de alevines y hacíamos alguna videollamada para hacer ejercicios físicos con fuerza, de movilidad, con gomas y que notaran que estábamos pendientes».
Y eso se ha notado en su regreso a la piscina, donde los aplicados partían en las calles con más ventaja. «Por lo menos han vuelto contentos y con ganas, que es vital. De físico, unos peor y otros mejor, se nota quién ha cumplido y quién no. Pero, en general, bastante contentos».
La sensación fue rara al principio para estos deportistas que tienen en el agua su medio de transporte. Sara Rodríguez lleva diez años nadando y reconoce lo complicado que ha sido estar cuatro meses sin pisar el agua y haciendo ejercicios que les mandaban los entrenadores. «Algunos estábamos con botellas para hacer peso, otros usaban elásticas para hombros, y la vuelta ha ce sentirse muy bien».
La situación sanitaria también les ha obligado a estos nadadores a mantener un protocolo diferente. Y todo a pesar de que, en principio, el agua no sirve como vía de transmisión del coronavirus.
Cada uno usa su propio material sin tocar el del resto, las escaleras se evitan en todo momento y saltan desde el bordillo. En los vestuarios, las cosas llegan en bolsas y se obliga a mantener la distancia máxima y el contacto mínimo.
Ya en el agua, toca iniciar una «pretemporada de la pretemporada» donde recuperar sensaciones, capacidad aeróbica, técnica y trabajo de pies. «Es bastante diferente, pero por lo menos tenemos agua, que es lo importante».
Ahora tocaba aquello que más les gusta: ponerse el bañador, saltar a la piscina y a base de crol, braza o espalda volver a recorrer el agua para retomar el pulso a la normalidad y volver a ser los primeros en tocar la pared.
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