En la historia del atletismo se cuentan a decenas las atletas que coleccionan medallas en grandes campeonatos. Son muchas menos quienes ganan metales a la sombra de las estrellas, imprescindibles en los relevos, esa especialidad que premia el trabajo en equipo en un deporte de ... individualidades. Novlene Williams-Mills es una de esas rara avis, una de las atletas más laureadas de Jamaica. Y con todo es única en su especie, pues aguantó firme el testigo en la posta más complicada de su vida, que saldó con victoria rotunda.
Eran los Juegos de Londres 2012 y acababa de ganar el bronce en el 4x400, pero Williams-Mills no tenía cuerpo para celebraciones. Solo quería encerrarse en la ducha y llorar como había hecho durante todo el campeonato. No dejaba de darle vueltas a la cabeza: en el hotel, camino al estadio, calentando, en la cámara de llamadas, en esos escasos cien pasos hasta la línea de salida, siempre la misma idea. El cáncer.
«¿Por qué a mí?», se preguntaba Williams-Mills, que horas después de recoger su medalla estaba embarcando en un avión a Atlanta para pasar por el quirófano. «Durante el vuelo únicamente lloraba», reconocería años después en 'The Players' Tribune'. «Quizás fuera mi último campeonato, mi última carrera, mi última vez con la camiseta de Jamaica», pensaba con tristeza. Y durante meses, el temor se agigantó.
Se sometió a una lumpectomía, una cirugía para extraer el tumor y parte del tejido normal que le rodea. Insuficiente. «Es un cáncer agresivo», le dijeron, y la solución pasaba por extirparle el pecho. Novlene tuvo entonces miedo, le entraron las dudas: «Pensé en mi cuerpo, en si mi marido me miraría del mismo modo y en cómo sería darle el pecho a mi bebé».
Cuatro veces al quirófano
Finalmente decidió pasar por quirófano, aunque le pidió al cirujano que le hiciera dos mastectomías para evitar riesgos con el otro seno. Tampoco fue suficiente. «Alucinaba. ¿Cómo era posible que siguiera habiendo células cancerígenas?», relataba, y es que el tumor se había situado en la caja torácica. En noviembre de 2012 se sometió a su tercera operación, tras la que llegaría la cuarta en enero de 2013 para reconstruirle las mamas. Seis meses después conseguía en Kingston su plaza para el Mundial de Moscú.
Entonces Novlene no se encerró a llorar en la ducha, se derrumbó sobre el tartán derramando lágrimas de felicidad, «no por la victoria, sino por el camino recorrido hasta llegar allí». Aun así, fue un curso duro psicológicamente, pues no terminaba de encontrarse a sí misma. En Moscú fue séptima y pensó en retirarse, 31 años tenía. Se dio una última oportunidad... Y no la pudo aprovechar mejor.
La siguiente temporada, Williams-Mills venció en cuatro reuniones de la Diamond League y se llevó el primer diamante de su carrera en la antesala de su gran noche. Fue en Pekín, el 30 de agosto de 2015: la final del Mundial de 4x400. Jamaica lideraba tras dos postas, pero Allyson Felix remontó en el tercer relevo. Con un par de zancadas de desventaja, Williams-Mills agarró el testigo a la caza de McCorory. Parecía imposible echarle el guante... Y a quince metros lanzó el ataque definitivo. El primer oro de su carrera en un desenlace de infarto.
Después de esa sexta medalla mundialista llegaría su cuarta olímpica, en Río 2016, otro bronce en el relevo largo. 2017 sería su última temporada en activo, y no hubo diez mujeres más rápidas que ella en el planeta ese año, que despidió con un séptimo puesto en la final del Mundial. Dando el do de pecho.
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El metal más triste:
La jamaicana solo quería encerrarse y llorar tras ganar el bronce en el relevo 4x400 de los Juegos Olímpicos de Tokio 2012.
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La posta más complicada:
Sabía que tenía cáncer pero aguantó firme el testigo en la posta más complicada de su vida, que saldó con victoria rotunda.
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¿Por qué a mí?:
Horas después de recoger su medalla olímpica estaba embarcando en un avión a Atlanta para pasar por el quirófano. La carrera más difícil.
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Dos mastectomías:
Le pidió al cirujano dos mastectomías para evitar riesgos con el otro seno, pero no fue suficiente. El tumor afectaba a la caja torácica.
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Cuatro operaciones:
En noviembre de 2012 se sometió a su tercera operación, tras la que llegaría la cuarta en enero de 2013 para reconstruirle las mamas.
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Plaza mundialista:
Seis meses después de ese calvario, logró plaza para el Mundial de Moscú. Se derrumbó sobre el tartán derramando lágrimas de felicidad por todo lo que había pasado para llegar hasta allí.
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El oro de Pekín:
En Pekín 2015, se colgó su primer oro mundialista. Después de seis medallas en citas universales, logró su cuarta presea olímpica: otro bronce en el relevo largo de Río 2016. Se retiró un año después.
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