Merillas, el hombre récord de León: «Salí a por el récord desde el primer metro»

«Es una gran satisfacción haber conseguido mi cuarto triunfo en la Travesera. De ellas, he conseguido marcar el mejor tiempo en tres, con lo que he conseguido superarme en cada edición», explica el corredor berciano, que se siente muy ligado a esta prueba, ya que «he corrido por todo el mundo. Hay carreras que son muy bonitas, muy técnicas..., pero he nacido como corredor en la Cordillera Cantábrica y para mí no hay una prueba como la Travesera, por el terreno, por su recorrido, por su belleza. Por todo. Me encanta».

En esta edición no ha tenido nada fácil subir un peldaño y romper la barrera de las diez horas. «Sabía que era un gran desafío y en algún momento pensé que no lo conseguiría», comenta mientras repasa su participación.

Y es que la exigencia de la carrera comenzaba en la misma salida en Covadonga, desde donde los corredores tuvieron que ascender a los Lagos. Además, para hacerla aún más complicada, la prueba arrancó a medianoche del viernes para sábado, lo que hizo que buena parte de la competición discurriera en horario nocturno. «Hay deportistas a los que no les gusta correr de noche, pero a mí me encanta. Me atrae mucho la mezcla de soledad y oscuridad. Suelo prepararme de noche, sobre todo, en invierno, que los días son más cortos», señalaba Merillas.

El trazado de la Travesera es uno de los más exigente del calendario. Discurre por un terreno en el que «no puedes distraerte un momento. Si te despistas te puedes caer. Donde no hay barro, hay caliza o nieve», subraya el fondista de Babia al que, seguro que su proximidad geográfica con el Puerto de Somiedo, ha tenido mucho que ver en su afición por las carreras de montaña.

Los especialistas son unánimes al afirmar que los 74 kilómetros de la prueba son complicados, aunque, señala que esta edición «estaba un poco mejor. Había menos barro y la nieve tenía calidad y estaba muy bien».

El corredor berciano admite que, como en todas las carreras, pasó algún momento malo como «en la subida a Dobresengos, mermado por un dolor de estómago. Pensé que no iba ser capaz de seguir el ritmo, pero me repuse bien».

La Travesera puede decirse que para Manuel Merillas se ha convertido en la prueba en la que explora sus límites. En esta edición su objetivo era bajar de las diez horas. Un reto que parecía utópico: «Si quería conseguirlo tenía que salir a por ello desde el primer metro». Para ello, una de las claves fue mantener la concentración, algo que es «muy complicado durante tanto tiempo». «El mayor rival que tiene uno en una carrera tan larga es uno mismo. Aunque tengas rivales cerca, al final todo se resume en mantener el ritmo y superarte. Eso muy difícil en una prueba que realizas prácticamente de noche, hay pocos avituallamientos y te tienes que gestionar». Cuando aún disfruta del triunfo en la Travesera, ya piensa en nuevo reto. El próximo será este fin de semana en Italia, en una prueba de Copa del Mundo, a la que «no se cómo voy a llegar y si estaré de recuperado». Esta temporada participará en varias pruebas de la Copa del Mundo, aunque adelanta que tiene por decidir algún reto personal que puede ser en «el Cervino, Mont Blanc o Monte Roso».