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Igor Barcia
Sábado, 8 de junio 2024, 16:30
Se le escapó la medalla a Laura García-Caro por dos metros de confianza, tuvo el bronce a tiro Belén Toimil en lanzamiento de peso y finalmente, al tercer intento, ha sido Marta García la que ha abierto a lo grande el medallero de España en el Europeo de Roma. La atleta más en forma del atletismo español en 2024 se ha subido al podio de los 5.000 metros en un final agónico donde al contrario de lo que le ha sucedido a García-Caro, la fondista castellana ha tenido fe hasta el final para batir en la línea de meta a Koster.
Tal y como se fue el bronce de la marchadora ha llegado el de Marta García, pleno de sufrimiento hasta que en la llegada ha cazado a una atleta neerlandesa fundida por el tremendo ritmo que ha puesto la noruega Grovdal, segunda tras la italiana Battocletti. Tal ha sido el ritmo de carrera que Marta García ha entrado con todos los honores en el libro de oro del atletismo español, borrando el histórico registro de la gran Julia Vaquero, 14.44.95 vigente desde 1996. Marta no había nacido cuando la gallega volaba en las pistas, pero hoy ha recogido su testigo para establecer un 14.44.04 que la confirman como la fondista nacional del momento.
A sus 26 años, García recibe el premio a su apuesta en 2022, cuando terminó la carrera de medicina. La entonces atleta del BM Bilbao recibió la propuesta de OAC (On Athletics Club Europe) para crecer como atleta profesional y la leonesa de nacimiento y palentina de adopción decidió aparcar el MIR para dedicarse al cien por cien al atletismo. Y desde luego que su decisión ha tenido resultados. Este 2024 batió los récords de 2.000, 3.000 y 5.000 metros en pista cubierta, hace una semana se quedó a medio segundo de la marca de Marta Domínguez en 3.000 al aire libre y hoy ha borrado del ranking a toda una Julia Vaquero, además de conseguir esa medalla de bronce que compensa tanto esfuerzo.
De la mano de OAC, Marta ha cambiado sus costumbres y ha dado ese salto de calidad que el hecho de completar una carrera como medicina le impedía hacerlo. Las concentraciones en diferentes lugares, como recientemente en ST Moritz (Suiza) y el dedicarse a entrenar y descansar han convertido a Marta, que tiene su residencia habitual en Buitrago, en la sierra norte de Madrid, en un referente en el fondo. Hoy, tenía clara la estrategia de carrera.
Aguantar hasta donde pudiera a la noruega Grovdal, una de esas fondistas que logra sus éxitos a base de dinamitar la carrera y sus rivales a través de un ritmo machacón. La final de 5.000 metros ha sido una prueba de eliminación donde Marta ha estado muy bien colocada hasta los dos giros finales. Allí ya ha sido una cuestión de supervivencia total. La noruega se ha llevado a la italiana detrás, mientras Marta sufría y en los últimos 300 metros llegaba a caer a la quinta plaza. Pero ella nunca se rinde y en una recta agónica, no ha desaprovechado la oportunidad de subir al podio y abrir el medallero español en Roma.
Laura García-Caro se ha quedado a apenas un par de metros de abrir el medallero para España en el Europeo. La distancia que separa un bronce de una cuarta plaza la ha sufrido la marchadora de Lepe, pletórica en la recta final del Estadio Olímpico, saboreando un metal que nunca se colgará en su cuello. Después de mucho sufrimiento, de muchos problemas por culpa de un covid persistente, García-Caro llegaba a Roma a por todas y ha peleado al máximo para subirse al podio en la final de 20 kilómetros marcha, la que ha abierto el programa en el Europeo que se disputa desde hoy hasta el miércoles.
Con una Antonella Palmisano intratable, la andaluza ha sido la que más ha trabajado en el grupo perseguidor y aunque no ha podido seguir tampoco el ritmo de la segunda italiana en el kilómetro final, sí que parecía tener la medalla de bronce asegurada tras dejar atrás a la ucraniana Lyudmila Olyanovska, desde hoy un nombre que jamás olvidará Laura.
Del túnel del estadio -por fin se ha recuperado la tradición de finalizar las pruebas de marcha en la pista- ha surgido la española en tercer lugar, con la bandera nacional al hombro, dispuesta a saborear un metal que le compensaba todo lo que tuvo que sufrir en los dos últimos años. Pero la ucraniana no había dicho la última palabra, porque tenía en esos 300 metros finales la referencia de una española muy justa de fuerzas.
Aun así, García-Caro ha entrado en la recta final con una renta jugosa. El bronce era suyo hasta que ha cometido el error de dejarse llevar por la emoción, por esa felicidad de celebrar un bronce ficticio. Las imágenes de la enorme felicidad de su cara, lanzando el puño al aire en la parrilla de meta contrasta con el gesto de incredulidad posterior al ver pasar junto a ella a una marchadora ucraniana lanzada hacia el podio y más que al límite técnico en ese sprint final. El gesto de una atleta que sabe que su exceso de confianza la ha dejado sin un premio que merecía más que nadie por el gran trabajo realizado a lo largo de los 20 kilómetros marcha.
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