Manolo Martínez: «Mi medalla fue mi mayor logro y mi mayor fracaso juntos»

El leonés se muestra pesimista con respecto a las tres principales bazas del atletismo español: Ana Peleteiro, Orlando Ortega y Mo Katir, que llega a Japón tras pulverizar varios récords nacionales.

«Todos tienen algún hándicap fuerte para conseguirlo, lo veo complicado aunque sobre el papel tienen opciones. Unos por falta de madurez como Katir u Orlando Ortega y Ana Peleteiro porque el nivel de su prueba es estratosférico», afirma, aunque añade que estamos ante «unos Juegos locos en los que puede pasar de todo».

Además, Martínez es una voz autorizada del lanzamiento de peso. El ex deportista profesional analiza las opciones de la gallega Belén Toimil y la leonesa Mónica Borraz.

«Belén Toimil ha madurado mucho a nivel psicológico, ha sacado jugo de todo su aprendizaje y el cambio técnico, ha pasado del cambio lineal que es el que yo hacía y se ha pasado a la técnica giratoria, movimiento más moderno del lanzamiento de disco. Belén tiene mucho margen de mejora, ha hecho una temporada redonda con récords de España», argumenta Manolo, sobre una atleta que entrena en el CAR de León con el mismo preparador que Martínez, el mítico Carlos Burón.

Mónica Borraz, la gran esperanza del lanzamiento de peso leonés, también cosecha elogios del medallista olímpico: «Es mucho más joven y tiene más recorrido, es más inexperta le falta adquirir madurez».

»Mi medalla para mí fue mi mayor logro y mi mayor fracaso juntos». Manolo Martínez recuerda su medalla de bronce en Atenas, que llegó de manera oficial casi nueve años después tras el dopaje del primer clasificado, el ucraniano Yuri Bilonog.

«Realmente en competición quedé cuarto y siendo mi mejor resultado en juegos y al aire libre me quedé sin una medalla y sin poder haber ganado, tenía esa capacidad».

Martínez llegó a la final tras superar la emoción de las fases previas en un escenario histórico que abrumó por completo al leonés. «Fue un enorme privilegio que se realizara la prueba en el estadio olímpico original, la prueba de lanzamiento de peso con más público de la historia con 15.000 personas», recuerda.

«Nos hicieron calentar por la palestra, nos hicieron entrar por el pasillo donde entraban los atletas, aunque queda poco más que un arco. Entré llorando en el estadio, afectado, estuve apunto de cagarla, lo arreglé en el último intento. De primeras me pilló desprevenido y me superó», afirma un Manolo Martínez que, por un momento, se sintió en la esencia más pura de los Juegos Olímpicos.

La emoción del podio, la satisfacción personal o el furor del estadio. El dopaje privó a Manolo de todas estas experiencias, sustituidas por una ceremonia en España nueve años después.

«Me dieron la medalla en la gala del Comité Olímpico, para mí fue el colofón a mi carrera deportiva, era el único reproche que le podía hacer a mi carrera, tenía muchos cuartos puestos al aire libre pero ninguna medalla entre los tres primeros. Me hizo una ilusión tremenda poder tener mi medalla olímpica», recuerda un Manolo Martínez que ni por asomo quita valor a su entrega.

Entre sus anécdotas más inolvidables dentro de una Villa Olímpica, «un pueblo con los mejores deportistas del mundo», está incluida la mejor generación de la historia del baloncesto español.

«La selección de baloncesto me ofreció comer con ellos. Estaba Ricky Rubio, Juan Carlos Navarro, Pau Gasol; todos. Comimos en un McDonalds y Pau no podía comer tranquilo, le molestaba un deportistas tras otro y él atendía educado a todo el mundo», recuerda Manolo Martínez, un gran aficionado del deporte de la canasta.