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miguel olmeda
Madrid
Jueves, 27 de febrero 2020, 19:38
Hasta mayo de 2018, Asbel Kiprop era considerado un héroe nacional en Kenia, el último gran mediofondista del Valle del Rift. Tres títulos mundiales, un oro olímpico y la tercera marca de la historia en los 1.500 metros (3:26.69) le avalaban. ... Atletas y aficionados de todo el mundo le respetaban. Nada más lejos de la realidad actual, que le tiene apartado del atletismo por dar positivo en eritropoyetina (EPO) y al borde de perder la cabeza en su afán por demostrar una inocencia que apenas se sostiene. «Estoy preparado para comenzar de cero en un deporte libre de conspiraciones por el dopaje», asegura en el ecuador de su sanción, y es que Kiprop ha decidido pasarse a los rallies.
La caída libre del mediofondista de 30 años comenzó con un rutinario control en noviembre de 2017. Como de costumbre, según su versión de los hechos, el agente antidopaje le avisó de su visita con un día de antelación (algo prohibido por la Agencia Mundial Antidopaje). Tampoco le llamó la atención que el oficial, después de realizarle el test de orina, le pidiese algo de dinero: «Le di una cantidad pequeña, para un té o gasolina. Lo normal». Lo que sí sorprendió a Kiprop fue que seis meses después se hiciera público que había dado positivo por EPO en aquel control.
«Quizás esperaba que le diera más dinero y por eso manipuló mi muestra», se defendió entonces el triple campeón mundial, que desde aquel día no ha vuelto a ponerse un dorsal. En los once meses que transcurrieron hasta que World Athletics ratificó su sanción de cuatro años, Kiprop estuvo a punto de enloquecer. De tanto en tanto aparecía en las redes sociales acusando a Sebastian Coe y la Federación Internacional de Atletismo de ser una mafia, cuando no publicando mensajes inquietantes. «Si me muero antes de demostrar mi inocencia, decidle a la IAAF que no me dopé», decía uno. «Le ruego al Servicio Nacional de Policía (del que él es inspector) que me despida antes de que use sus armas para hacer justicia», rezaba otro más siniestro.
Más calmado últimamente, ahora Kiprop ha encontrado en los rallies una vía de escape para su frustración. «Siempre he tenido interés por competir en deportes de motor y espero brillar en esta nueva etapa. Tendré paciencia para convertirme de nuevo en campeón», asegura quizás con demasiado optimismo. Y es que en Kenia es conocida su afición por la velocidad desde que sufriera un accidente de coche en 2013 al perder el control de su vehículo. Si falla, siempre le quedará la opción de pegar otro volantazo.
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