Juanito Oiarzábal: «Cuando haces cumbre, a veces, te olvidas de lo más importante: el descenso»

En primer lugar, Francisco del Río, organizador del FID León, ha reconocido las dificultades para sacar adelante esta edición, en la que ha sido clave «el apoyo de patrocinadores e instituciones pero, sobre todo, que los ponentes han creído en el proyecto y han mantenido su palabra».

Con un aforo permitido tan solo de 200 personas en el Auditorio de León, se podrá seguir también por streaming para «seguir siendo un evento de referencia a nivel nacional».

En este sentido, Oiarzábal destaca la trascendencia del evento que, por primera vez, reúne a su figura junto a la de Carlos Soria y Edurne Pasaban. «Es muy importante poder contar con un evento así, nunca se había hecho en España. Somos tres generaciones distintas de alpinistas que sumamos más de 50 ascensiones a ochomiles entre los tres. Será un éxito rotundo», pronostica el alpinista vasco. Oiarzábal no sabe si los tres son «pioneros» en el montañismo nacional, pero sí cree que son tres figuras fundamentales para «la divulgación y expansión de este deporte».

En cuanto a su experiencia, recuerda que comenzó con 14 años subiendo cimas vascas, pero poco a poco fue «queriendo más» hasta completar 50 años de actividad deportiva «en la que, con el paso de los años, te das cuenta de todo lo que has logrado».

No sabe cuál es la cumbre más difícil que ha escalado porque «más allá de las características de la montaña, lo más complicado son las condiciones que te vas a encontrar». Recuerda la primera ascensión al Kanchenjunga, en 1996, en la que pasó «los momentos más angustiosos de mi vida».

«En el descenso, nos envolvió una tormenta que fueron los peores momentos de mi vida. Pudimos alcanzar el campamento 4, sin accidentes mortales, pero fueron unos instantes muy angustiosos», señala Oiarzábal, que también hace memoria del descenso del K2 tras el que le tuvieron que amputar los dedos de los pies.

«Es muy difícil determinar cuál es la montaña más peligrosa, depende de muchas situaciones», prosigue Oiarzábal, que afirma que ha perdido a nueve compañeros directos en la montaña. El peligro, asegura, está especialmente en el descenso. «Una ascensión no acaba en la cumbre, es en el campamento base. Haces cima cansado, deshidratado, falto de reflejos e invadido por la euforia, pero te olvidas de lo más importante, el descenso, donde se producen el 70% de los accidentes», sostiene.

El montañero vitoriano reconoce que ha hecho «algún pinito» en la provincia de León, pero «menos de los que me hubieran gustado». Oiarzábal señala que ha hecho expediciones en la zona de Peña Ubiña y alguna otra actividad de la mano de Jesús Calleja, con el que le une una gran relación.

En este sentido, destaca que León, por tener una zona como Picos de Europa, tiene «todas las posibilidades» para ser un núcleo nacional de alpinismo.