España ya está clasificada para la 'main round' del Mundial de Suecia y Polonia después de su segunda victoria en el torneo, esta vez ante Chile, pero sus sensaciones están lejos de ser óptimas por el momento. Frente a un rival asequible los Hispanos volvieron ... a tener problemas para encarrilar el partido y no respiraron tranquilos hasta los últimos minutos. Acumularon un sinfín de pérdidas frente al loable e intenso entramado defensivo chileno y encajaron demasiados goles.
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No es preocupante por el momento y queda otra bala ante un enemigo menor como Irán, pero los pupilos de Jordi Ribera necesitan afinar su juego de cara a una siguiente fase en la que la bestia negra Francia, la dura Eslovenia y la anfitriona Polonia no permitirán descuido alguno en la pelea por dos plazas en los cuartos de final.
Chile es un buen conocedor del balonmano español, pues su seleccionador es el guipuzcoano Aitor Etxaburu y muchas de sus figuras, como los hermanos Rodrigo y Esteban Salinas y Erwin y Emil Feutchmann, se forjaron en la Asobal. Se notó que el adversario sabía lo que tenía enfrente y el dinamismo del combinado sudamericano, tradicionalmente a la sombra de Argentina y Brasil, las dos potencias del continente, hizo daño al conjunto entrenado por Jordi Ribera.
España
Corrales, Dani Fernández (5), Serdio (3), Ferran Solé (5), Cañellas (2), Casado (3), Garciandia -siete inicial-. Pérez de Vargas (ps.), Ángel Fernández, Peciña, Gedeón Guardiola (1), Odriozola (4), Dani Dujshebaev (2), Sánchez-Migallón, Álex Dujshebaev (6) y Maqueda (3).
34
-
26
Chile
Oliva (1), Salgado (1), Frelijj (1), Scaramelli, Codina (1), Erwin Feuchtmann (8), Rodrigo Salinas (3) - siete inicial-. Felipe García (ps.), Ceballos, Illesca (2), Esteban Salinas (1), Ahumada Collado (3), Donoso (1), Emil Feutchmann, Paya (4) y Delgado.
Parciales cada cinco minutos: 2-3, 6-5, 9-6, 12-9, 14-13, 18-15 -descanso-, 19-17, 22-18, 23-20, 27-23, 30-25 y 34-26.
Árbitros: Emam Alaa y Hedaia Hossam (Egipto). Excluyeron a los chilenos Delgado, Salgado, Frelijj e Illesca, y a los españoles Casado, Sánchez-Migallón y Maqueda.
Incidencias: Partido de la segunda jornada en el grupo A del Mundial de balonmano disputado en el Tauron Arena de Cracovia.
Erwin Feutchmann sostenía el duelo goleador ante el pivote español Abel Serdio, muy entonado para ganar la encarnizada batalla de los seis metros. El partido se desarrollaba parejo pasado el minuto diez pero a la hora de los relevos Chile comenzó a pagar su falta de fondo de armario y sus pérdidas las castigó sin piedad el contraataque español, con el joven Dani Fernández y Ferran Solé como estiletes.
Ante Montenegro fue Gonzalo Pérez de Vargas el que amargó la tarde al rival. Para los chilenos la pesadilla en forma de guardameta fue Rodrigo Corrales. El portero del Veszprém húngaro se entonó hasta llevar la distancia en el marcador a los cinco goles (14-9). El duelo parecía encarrilado pero entonces llegó el atasco. Cinco minutos para el olvido y un 0-4 de parcial chileno torcieron el gesto de Jordi Ribera, que llamó a los suyos a capítulo con un tiempo muerto de más pizarra que malas caras, a su estilo.
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La fórmula de la mano izquierda dio resultado, activando la maquinaría defensiva y estirando la renta española hasta el 18-15 al descanso, corta a tenor de la diferencia entre ambas selecciones pero justa tras la buena versión en la primera parte de Chile, recuperada del mazazo inicial en el torneo frente a Irán, a priori su rival directo por una plaza en la siguiente fase.
El regreso de la pausa fue espeso. No terminaban los Hispanos de encarrilar el partido para ganar sensaciones en el Mundial, después de un debut más duro de lo previsto ante Montenegro. Muchas pérdidas de balón, demasiados errores fruto del buen hacer de Chile, que había llevado con acierto el partido hacia el terreno de lo espeso.
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Los Hispanos entraron en el último cuarto de hora del duelo con apenas tres goles de ventaja (23-20), al estilo de lo que ocurrió contra Montenegro, pero al igual que en el debut, supieron manejar el tramo final para ofrecer la sensación de que los dos puntos nunca peligraron. La distancia final de ocho goles (34-26) fue un excesivo castigo para el gran trabajo de Chile pero demostró que en el balonmano las distancias siguen siendo importantes entre los dos lados del Atlántico.
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