Daniela Domínguez, del desconocimiento de Lydia Valentín a seguir su ejemplo

De hecho, reconoce a Efe con orgullo, que tiene muchas similitudes con una de las mejores deportistas españolas de la historia, ya que ambas fueron descubiertas y «rescatadas» de otros deportes -en su caso el baloncesto- por el mismo valedor, Isaac Álvarez, que animó a ambas a que practicaran la halterofilia.

Casi por obligación y ante el deseo de probar «cosas diferentes», empezó a practicar este deporte con menos de diez años, como otras niñas y niños de la pequeña localidad berciana, animados por la presencia del Centro de Tecnificación con que cuenta y que dirige Isaac Álvarez.

Al principio incluso contaba con ciertos reparos en su padre, pero finalmente accedió, también ayudado en la decisión porque la madre veía con mejores ojos el que pudiera inclinarse por un deporte «que no tiene por qué ser considerado exclusivamente como masculino», insiste.

Poco a poco encontró una mayor motivación, después de iniciarse tan solo en la técnica y, a medida que fue mejorando sus marcas, ello supuso que también llegaran los resultados, el más brillante hasta ahora en el reciente campeonato de España en el que lograba el título infantil y juvenil en dos tiempos, siendo subcampeona en arrancada y total olímpico.

La progresión continua le ha llevado a estar, por primera vez, presente en la concentración de la selección española sub-15 y sub-17 realizada durante estos días en el Centro de Alto Rendimiento (CAR) de León, donde se ha codeado con algunas de las futuras estrellas de este deporte que cuenta en España con halteras muy prometedores.

En la actualidad, Daniela Domínguez reside en Alcorcón (Madrid) al trasladarse sus progenitores y allí compatibiliza sus estudios de 4º de la ESO con los entrenamientos que son supervisados por un técnico de atletismo, especializado en lanzamientos, José Manuel Martínez.

A pesar de haber recibido ya el ofrecimiento para entrenar en el CAR de Madrid, ella ha preferido «mantener un entorno más familiar, al ser todavía joven y ya llegará el momento», afirma convencida de sus posibilidades de seguir mejorando en este deporte.

De hecho, no duda en sentenciar con rotundidad que su sueño es «ser olímpica y terminar los estudios universitarios -pretende realizar el doble grado de INEF y Fisioterapia- y todo lo demás llegará fruto del trabajo».

Daniela no tenía demasiadas referencias de Lydia, pero mantiene la ambición de ésta con la que ya ha coincidido en las instalaciones de Camponaraya en alguna ocasión y que le ha dado, como principal consejo, «que todo lo que una se propone se puede conseguir, si se pone todo el empeño y trabajo en ello, por eso la clave del éxito es la constancia».