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El 27 de enero de 2019 es una fecha marcada en negro en la carrera deportiva de Carolina Marín. Ese domingo, en la final del Masters de Indonesia de bádminton, la onubense dominaba cómodamente el duelo ante la india Saina Nehwal, cuando en la ... jugada del 9-2 y tras un mal apoyo, se echó las manos a la rodilla derecha. Pese a intentar continuar disputando la final, y ya con 10-4 en el marcador, Carolina se retiraba de la pista entre lágrimas, consciente de que le lesión era de gravedad. «En aquel momento tuve miedo. Si hubiera sabido que tenía una rotura en el cruzado no hubiera forzado dos puntos más, pero yo soy cabezona y cuando quiero algo, lo quiero con mucha fuerza, cueste lo que cueste», rememora. Dos días después, y ya en España, llegó la mala noticia: rotura del ligamento cruzado anterior de la rodilla derecha, una de las lesiones más temidas por cualquier deportista.
Después de acumular tres oros mundiales de los últimos cuatro posibles, cuatro títulos europeos de cinco y el preciado oro olímpico en Río 2016, algo que nunca había conseguido una jugadora no asiática, cabe imaginar la sensación de Carolina Marín al verse ante un abismo de meses de dura rehabilitación, sin competición y con las dudas acerca de la posibilidad de recuperar su mejor nivel. «En el momento en el que escucho rotura me vengo abajo, me eché a llorar porque significaba muchos meses sin competición. Sin embargo, una vez que salí del hospital mi mente cambió con el objetivo de los Juegos Olímpicos», explica sobre el momento del diagnóstico.
En apenas cinco días, Carolina iniciaba el proceso de rehabilitación. Haciendo gala de una voluntad de hierro, fue acortando los plazos de su reaparición, aunque por el camino acabó quedándose el Mundial de Basilea (Suiza) del mes de agosto, una cita al principio impensable pero que dada la evolución de su rodilla llegó incluso a convertirse en una posibilidad real. Tendrían que transcurrir todavía unas semanas para el regreso a las pistas. Fue el 11 de septiembre, en Vietnam, donde Carolina pagó su larga inactividad con una eliminación en primera ronda ante la tailandesa Supanida Katethong. Diez días después, ya estaba alzando el primer trofeo tras el retorno a la competición, con su victoria en la final del Abierto de China frente a la taiwanesa Tzu Ying Tai, en ese momento número 4 del mundo.
El título en Changzhou fue una suerte de confirmación, la garantía definitiva de que Carolina había regresado para perpetuar su dominio en el circuito mundial. Después llegarían las semifinales en Dinamarca, un subcampeonato en el Abierto de Francia y otro título en la India contra la tailandesa Phittayaporn Chaiwan para cerrar el año 2019, aquel en el que la reina del volante cayó para levantarse con más fuerza. Ya en este 2020, el año de los Juegos, ha empezado con fuerza, sumando las semifinales en el Masters de Tailandia y la final perdida ante la tailandesa Ratchanok Intanon en el Masters de Indonesia, en Yakarta, allí donde se lesionó y donde se cerró simbólicamente un círculo. Carolina Marín está de vuelta, en plena forma y con más hambre de triunfo que nunca, justo a tiempo para defender sus laureles olímpicos en Tokio.
Campeona olímpica Alcanzó el mayor triunfo posible para un deportista en Río 2016, tras remontar en una emocionante final ante la india Pusarla Sindhu.
Triple campeona mundial Conquistó el título en Copenhague 2014, Yakarta 2015 y Nankín 2018, aunque no pudo defender su corona el pasado año en Basilea.
Cuatro veces oro europeo Se proclamó la mejor del Viejo Continente en 2014, 2016, 2017 y 2018, éste último además en casa, en Huelva.
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