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La historia de Raquel Martínez Muñiz es la historia de vivir por y para el deporte. Aunque no aparece en el libro de Patricia Cazón, bien valdría para escribir una obra completa con todas las idas y vueltas que le ha acarreado su pasión por ... el esquí y el 'snow'.
Ni la parálisis cerebral que sufre es excusa cuando hay voluntad y sacrificio para alcanzar un sueño. El suyo es llegar a los Juegos Paralímpicos Milán-Cortina d'Ampezzo en 2026. Y ahora que acaba de coronarse con el primer puesto de la Copa Europa de Snowboard 2024, está un paso más cerca.
«En Holanda, en noviembre de 2023, quedé segunda. A principios de febrero, en Finlandia, y después en Alemania, quedé primera», relata al otro lado del teléfono desde el paradisíaco Valle de Arán, donde vive durante el invierno a fin de prepararse en la estación de Baqueira-Beret para competir. En verano vuelve a León para llevar la empresa de aventuras que regenta desde Soto de Valdeón junto a su hermano, con síndrome down. «Este fin de semana se debería haber competido en Italia, que era el último país, pero por las condiciones metereológicas se canceló y me anunciaron campeona», cuenta orgullosa.
Porque no ha sido fácil el reto. Desde que la apartaron del equipo nacional de snowboard de la Real Federación Española de Deportes de Invierno (RFEDI) ha emprendido un costoso proyecto individual. «Competir en deportes de invierno es muy complicado a nivel económico. Cuesta entre 3.000 y 4.000 euros inscribirse a cada competición, a lo que hay que sumar el alojamiento, el entrenador... Y con ayuda de mis padres que si no fuese por ellos, esto no podría ser«, agradece.
Apoyo al que se une el indispensable Marc Bosch, entrenador personal de Raquel. Cuando el Gobierno de Pedro Sánchez estrenó la nueva Ley del Deporte comenzaron a eliminarse las federaciones paralímpicas para integrarse dentro de las federaciones convencionales. La instauración del deporte adaptado conllevó que se produjeran recortes.
En verano de 2023 llegó el turno de cohesionar a los paralímpicos con el resto de atletas de la Federación de Deportes de Invierno: de los tres miembros del equipo nacional se redujo a uno. La leonesa quedó fuera y sin recibir comunicación alguna —detalle cortesía de la RFEDI dependiente del Consejo Superior de Deportes—. Fue entonces cuando Raquel decidió ponerse en contacto con Marc y comenzaron el proyecto conjunto 'Snowboard Attitude'.
Por el momento, los éxitos responden «al menos a nivel deportivo», ironiza la deportista de élite con parálisis cerebral. Su estelar participación en la Copa Europa sirvió también para que España quedara tercera en esta competición: de los 923 puntos conseguidos por los cuatro españoles, 512 los logró ella.
Gracias a su rendimiento deportivo, continúa motivada y con la ilusión de volver al equipo nacional de cara a los Juegos Paralímpicos de 2026. «Si consigo cumplir los baremos que establezcan para ser parte del equipo de deportistas, me tienen que llevar». Y va por el buen camino.
Otro de los aspectos que influyen en la historia de Raquel Martínez es la dificultad de tener visibilidad en el mundo del deporte con discapacidad. «El año pasado, mi compañera Irati Idiákez y yo conseguimos un oro por equipos en el Mundial de Snowboard en La Molina. Hubo un 'boom', pero comparado con lo que se produce en el otro deporte no tiene nada que ver«, lamenta.
La aventura de Raquel y el deporte comenzó sobre unos esquís a los cinco años. Comenzó a competir en 2013 y entró en el equipo nacional paralímpico en 2015, hasta 2021, momento en el que decidió pasar al snowboard. «Tenía que competir con personas que tenían amputación de una mano y no teníamos las mismas posibilidades a pesar de que hubiera compensaciones». En snowboard las discapacidades están más diferenciadas: por un lado compiten quienes han sufrido la amputación de un brazo, por otro los de amputaciones tibiales y por otro los de amputaciones femorales. «Me costó decidirme y estuve dándole vueltas una semana porque suponía empezar de cero, tirarse al vacío», recuerda la crack leonesa que a día de hoy puede decir que no se arrepiente de nada.
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