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Esther Bengoechea
Jueves, 13 de abril 2017, 07:47
Julio González tiene 91 años pero recuerda aquella noche -y las anteriores, y también las siguientes- con mucha nitidez. El cuerpo de su cuñado Jesús Redondo, hermano de su esposa Pilar Redondo, fue el último en ser encontrado en el Curavacas y las leyendas sobre su paradero se sucedieron.«Llegó un correo diciendo que Jesús iba en el tren de esa noche de Santander y fui con el gobernador civil Víctor Fragoso del Toro a la estación a esperarle», rememora. «Pero Jesús nunca llegó», agrega. Dos hermanas de su esposa vivían en Venezuela y escribían cartas a la familia con mucha regularidad. «La gente veía los sellos de las cartas y creían que era Jesús, y contaban historias falsas. Hasta tuvo que intervenir el gobernador y las autoridades para detener todo esto», afirma muy serio.
La madre de Jesús Redondo, Eustoquia, guardó en un álbum todas las fotos del rescate de su hijo. «Sí, me acuerdo de ese álbum, lo miraba de vez en cuando», recuerda Milagros González Redondo, sobrina de Jesús. «En mi casa, han estado muchos años yendo al Curavacas y haciendo allí una misa. También mis hermanos iban de vez en cuando de excursión por allí», concluye.
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