García recibe su primera chaqueta verde como ganador de Augusta.
Golf

Al intento 74, Sergio encontró su ángel

El 'Niño' ya tiene su 'major' después de 18 años de decepciones en los que muchos le perdieron la fe y él acabó arrastrado por esa negatividad

Rodrigo Errasti Mendiguren

Lunes, 10 de abril 2017, 01:30

18 años después de brillar en Augusta, Sergio García ya es 'major'. 2017 será el año más recordado de su vida; ese en el que logró un grande tras 74 intentos meses, antes de casarse con Angela Akins, una periodista de 32 años con ... la que Sergio lleva un año y medio de relación. Los que mejor conocen a 'El Niño', como dicen en Estados Unidos, creen que ambos hitos en la vida de Sergio están muy relacionados. A sus 37 años ya tiene su chaqueta verde, como su querido Seve Ballesteros y un José María Olazábal con el que compartió ceremonia privada en 1999 siendo el mejor amateur. Desde aquel momento, cuando un joven Borriol miraba con admiración a 'Chema', ningún español lo había conseguido.

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Durante todos estos años Sergio, el jugador más joven en pasar el corte en un torneo del circuito Europeo -15 años- y en formar parte del equipo continental en la Ryder, era la única esperanza patria para lograrlo. Llegó a sentirse maltratado en España, donde es tan habitual construir ídolos pero tratar de destrozarlos cuando no funcionan, cuando se veía incapaz de tumbar a Tiger Woods. Siempre parecía cerca de hacerlo, pero terminaba fallando en su intento. Ganaba torneos (suma 33 su carrera, 10 de ellos del PGA Tour), pero el 'major' no llegaba.

Pasó a dudar de sí mismo, le dolían las críticas -la mayoría en nuestro país- y no terminaba de asentarse personalmente, ya que sobre todo las dos rupturas con la australiana Morgan Leigh Norman le destrozaron su moral. «Nunca podré ganar aquí», llegó a decir en Augusta, lugar clave de su carrera al que llegó a odiar. Volvió a despuntar en 2013, justo cuando inició una relación más seria con la alemana Katharina Boehm. Pero aquello se rompió y Sergio volvió a caer. Se llegó a tomar un descanso, buscando una estabilidad que no terminaba de encontrar hasta conocer a Angela, a finales de 2015, y presentó oficialmente unos meses después en el Open de Valderrama.

Ella, hija del exjugador de fútbol americano Marty Akins y que trabaja desde años en 'Golf Channel', le cambió la manera de ver la vida. La clave, según él mismo, «mucho trabajo» y también «ayuda». De un psicólogo, de «Ángela, familia y amigos». Volvió a ser feliz y su juego volvió a ser alegre. Incluso cuando falla algún golpe. «En otros torneos habría empezado a quejarme a mi caddie después de algún fallo. Ahora he aprendido aceptar las cosas que tienen que pasar. En el pasado he sido muy estúpido tratando de pelear contra algo que no se puede. Ahora miro al campo de otra manera».

Audrey Hepburn y Buda para motivarse

En Augusta luchó contra un gran Justin Rose pero sobre todo lo hizo contra sus propios miedos. Su cabeza era una incógnita, no acertar con el putt, algo que le llegó a obsesionar en sus momentos más dubitativos hasta cambiar tres veces el agarre en un solo año. Esos miedos no se vieron en toda la semana en Augusta. Ángela tiró de «mucha energía positiva», esas frases de motivación que van desde Audrey Hepburn a Buda.

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El domingo siempre se le había atragantado en los majors pero transmitía una sensación zen. Sus primeros nueve hoyos fueron impecables, con una gran recuperación desde bunker. «El Masters no empieza hasta los segundos 9 hoyos del domingo», dice el dicho. Ahí empezaron los problemas. Un par de bogeys pero no hubo gestos de desesperación. Miraba de reojo a Angela y siguió a lo suyo.

En el hoyo 13 los agoreros, muchos de ellos incluso fans de Sergio, se temieron lo peor cuando su salida acabó en los matorrales. Lo compensó con una magnífica recuperación justo antes de un birdie y un eagle en el 15.

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Llegó al 18 igualado y un fallo de Rose le concedió su particular match point. Un putt de tres metros pero la caída no fue la adecuada. Incredulidad entre el público americano, que ha mostrado más cariño por Sergio incluso que en España. Error y playoff. Seguro que pensó en el Británico en 2007, cuando en Carnoustie tuvo el major a un golpe pero falló un putt que obligó a un hoyo extra en el que el irlandés Padraig Harrington le robó la gloria. «Es divertido porque he visto muchas veces y sentí que este campo me iba dar por lo menos un grande cuando vine como amateur. Luego no me sentí cómodo, pero en los últimos años empecé a mejorar. En los últimos años he empezado a aceptar lo que Augusta te da y te quita», dijo antes de reconocer que «Chema me mandó un mensaje diciéndome lo mucho que confiaba en mí y que tenía que creer en mí mismo, tener calma y no dejar que las cosas me desestabilizaran».

Sin miedo al fracaso

Antes de este nuevo desempate, en la rampa camino de la salida del 18, chocó su mano con Ángela, consciente de que aquel momento podía ser un punto de inflexión. Que en la cabeza de su futuro esposo, con quién se casa este verano, no debía aparecer la palabra fracaso. No era el día de ceder a los demonios. Era el 9 de abril, el día que su amigo Severiano hubiese cumplido 60 años. «Estoy seguro de que me ha echado un par de manos durante esta vuelta».

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