Lydia Valentín durante un homenaje.

«No se han endurecido las medidas contra el doping, la gente sigue jugando con trampas»

La tres veces medallista olímpica, Lydia Valentín, saborea un año que no olvidará en toda su vida en el que «la realidad superó al sueño» de una berciana que no es «el prototipo de chica a la que le gusta levantar pesas»

r.fariñas

Domingo, 30 de octubre 2016, 12:55

Probablemente no sea la típica chica que hace halterofilia. Ella misma lo reconoce. Sabe que es diferente, y eso le gusta. «No soy el prototipo de chica que levanta pesas, todo el mundo me lo dice».

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Lidia Valentín Pérez (Ponferrada, 10/02/1985), ... natural de Camponaraya, está viviendo uno de los años más especiales de su vida. Pocos deportistas, o ninguno, pueden presumir de conseguir tres medallas olímpicas en poco más de un mes.

La haltera berciana, que compite en la modalidad de 75 kilos, recibía en julio la notificación de campeona olímpica de Londres 2012, tras la descalificación de las tres atletas que se subieron al podio en los Juegos londinenses.

En agosto llegó el turno de tocar la gloria sobre la tarima. La levantadora española conseguía, esta vez sin tramposas, el bronce en Río de Janeiro, tan solo siendo superada por la norcoreana, Rim Jong Sim, y la bielorrusa, Darya Naumava. Este será el momento que recordará toda su vida, «el momento de subirme al podio es lo que quedará para siempre».

Y el colofón llegaría a finales del mismo mes. La Federación Española de Halterofilia emitía la decisión tomada por el ente internacional de conceder la plata de los Juegos Olímpicos de Beijín 2008 a la campeona de Camponaraya. «No me sorprendió la decisión, sabía que había habido casos de dopaje antes, durante y después de los Juegos», sentencia.

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«En Londres competí en clara desventaja»

La atleta leonesa sabe que ha competido durante los últimos años en clara desventaja, «por lo menos durante los últimos Juegos (Londres 2012) sí, claramente», por eso espera que se hayan corregido los errores del pasado en cuanto al control del dopaje porque «a nivel federativo hay cosas que no han funcionado, todos lo sabemos» y lo que no comprende es que haya tenido que esperar ocho años para que se reconozca su trabajo limpio.

Las medidas contra las tramposas no se han endurecido: «El Río hemos pasado un control, con tiempo sabremos si ha habido algo, de momento no puedo decir nada», confiesa la deportista berciana, que cree que hay gente «que sigue jugando con trampas, deberíamos tomarnos más en serio el tema de las sanciones», explica la tres veces medallista olímpica.

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«Al principio me sorprendió todo, ahora lo voy asimilando, estoy muy feliz», reconoce Lidia Valentín que sabe que ha hecho historia en el deporte español. Su vida no ha cambiado exageradamente «tampoco me gustaría que ocurriera». Ahora, tras la vuelta a la rutina y los entrenamientos, solo piensa en los próximos campeonatos, el Europeo y el Mundial.

La haltera berciana echa la vista atrás y recuerda cómo empezó su pasión por este deporte minoritario y poco común entre el género femenino. «Nació de casualidad, el entrenador se fió en mi, que tenía cualidades que otras no tenían, al principio no quería hacerlo pero al final me centré en hacer halterofilia».

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Poco a poco, fue convenciendo a sus padres de su interés por esta modalidad deportiva porque «pensaban que solo era para chicos», pero con el tiempo «vieron que era el único deporte que me gustaba» y fue su propia madre la que le animó a ir con la selección. «El entrenador creyó en mí, y esa fue la clave. Me lo fui creyendo yo y mis padres me acompañaban. Veían más niñas y ellos fueron conscientes de ello».

Alcanzando el sueño de cualquier deportista

La realidad acabó superando al sueño porque Lidia Valentín, de pequeña, nunca hubiera imaginado llegar a unos Juegos Olímpicos. «Es el sueño de cualquier deportista».

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La leyenda empezaba a forjarse entonces y siempre con su toque personal, el que realiza tras cada levantamiento de pesas. La atleta, al finalizar sus ejercicios, tanto de arrancada como de dos tiempos (modalidades en las que se compite durante un campeonato de halterofilia reglado por la Federación Internacional), junta sus manos creando el símbolo de un corazón. «La primera vez que gané el Campeonato de Europa lo hice y me gustó. Es una dedicatoria para todos, no tiene significado especial, me salió y está simpático», subraya Valentín.

La campeona leonesa afronta ahora su última Olimpiada (periodo de cuatro años que transcurre entre unos Juegos y otros) y lo ha hecho tras recibir un homenaje muy especial. Entre risas, la haltera confiesa la felicidad que le dio realizar el saque de honor del derbi entre la Ponferradina y la Cultural. «Fue algo increíble, la entrega y la ovación, se levantaron ambas aficiones. Ahí no había equipos, fue algo especial», tan especial como conseguir unir a dos aficiones enfrentadas en pro de reconocer la labor de su atleta más laureada.

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El futuro de Lidia Valentín parece estar lejos de su casa, del Bierzo, un lugar «donde me gustar estar para estar tranquila», pero sabe que la alta competición le exige irse a Madrid.

Transmisión de su legado

La haltera de Camponaraya cree que terminará su carrera deportiva en Tokio y, a partir de ahí, se marca objetivos personales para afrontar nuevos retos en el futuro. «Me gustaría tener un gimnasio propio y una marca de ropa». El sueño de un atleta es transmitir su legado y su sabiduría y por ahí quiere caminar Lidia Valentín: «Tengo que transmitir lo aprendido, no me puedo quedar con ello».

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En 2017 empezará a forjar su futuro, a través de la línea de ropa ya creada que quiere vender. «Camisetas, mallasen halterofilia hay cosas muy unisex, hacen falta complementos para chicas y la gente me lo pide y a mí me gusta».

El oro de Londres, el bronce de Río y la plata de Beijín. Tres metales olímpicos que coronan a Lidia Valentín como la deportista leonesa más importante de la historia. Tres coronas que permiten a la haltera berciana colocarse como una de las reinas de este deporte, salpicado por el dopaje, pero que ella defiende a través de su honradez, su trabajo y dedicación.

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Un ejemplo del presente y para las futuras generaciones. Su carrera afronta los últimos levantamientos pero su legado será testigo de esas niñas, que como ella, alguna vez sueñen con ser campeonas olímpicas.

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