Bychkov celebra un salto exitoso.
Atletismo

Un pago de 570 abrazos por ser olímpico

El pertiguista Igor Bychkov devolverá 3.000 euros de la financiación popular si no logra plaza para Río o corresponderá en especies a sus mecenas si lo consigue

Javier Bragado

Miércoles, 18 de mayo 2016, 09:29

A Igor Bychkov no le alcanza. Ni con la pértiga para conseguir la marca mínima olímpica ni con su economía para garantizarse las mejores condiciones. Así que ha decidido arriesgarlo todo. «Quiero ser el primer atleta del mundo que apueste por un 'crowdfunding' sin ... riesgo», reivindica en la página Sponsorise.me que canaliza su proyecto. «No sólo es recibir el dinero y ya está. Por mi parte tiene que haber un poco de exigencia. Si yo no lo consigo, devuelvo a la gente lo que haya aportado», asegura el atleta a la hora de explicar el proyecto que debería impulsar su clasificación para los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro.

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Cualquiera puede aportar un euro para completar los 3.000 que tiene como meta la plataforma de apoyo a Bychkov para sus diferentes necesidades. Cada pértiga cuesta unos 800 euros. «Son muchas las que necesitan porque en una año puedo utilizar unas 15 y en época de competición unas cinco o seis entre entrenar y competir», repasa el deportista. Otro cesto para llenar son 900 euros presupuestados para los desplazamientos a diferentes torneos. «Yo quiero competir al más alto nivel porque cuanto más fuerte es la competición más me exijo, tengo más motivación, y algunas de esas competiciones me las tengo que pagar yo», argumenta. El último pilar (unos 500 euros) es el de las concentraciones en diferentes lugares con un objetivo: «Entrenar fuera de mi rutina con gente de otros países para cambiar y aprender de lo que hacen». Además, las cuentas disponen de una cláusula de cancelación: retornará el dinero recaudado si no salta los 570 centímetros de la mínima olímpica antes del 25 de julio.

Bychkov también ha ideado una manera de devolver a cada uno de sus pequeños patrocinadores cada aportación. La mínima, la del euro, equivale a un abrazo en persona o virtual por cuestiones logísticas (a través de redes sociales). Cuando los abrazos se acumulan se transforman en camisetas, firmas, una clase de salto en las instalaciones del Centro de Alto Rendimiento de Madrid o incluso una charla en empresas o colegios. «Sí, son muchos abrazos», reconoce entre risas el pertiguista. «Calculo 570, que son los centímetros que me faltan para llegar a Río», continúa para reconducir la conversación hacia su verdadero objetivo: una altura que nunca logró vencer (su mejor salto [5,65] fue en 2013 en Alcobendas). «Llevo muchos años detrás de esa barrera psicológica que tengo con el 5,70. Estoy cansado de que se me resista. Una vez que salga me iré para arriba marcando otros objetivos más altos», insiste quien fue duodécimo en Londres 2012 con una marca de 5,50 metros y quien ha empezado la nueva temporada al aire libre por encima de los 545 centímetros.

Detrás de la iniciativa de Bychkov se esconde una realidad que ahoga al deporte español. «Hay un montón de recortes aunque poco a poco estamos viendo la luz. Han sido muchos años duros, desde 2008 que hubo un bajón recortando las becas por todos los lados», expone sobre las cada vez más exigentes y aplazadas ayudas oficiales. No es una queja individual porque el pertiguista nacido en Ucrania (Donetsk, 7-3-1987) conoció un mundo con menos posibilidades hasta que se mudó a Barcelona con 11 años. «Tengo la suerte de que mi madre me trajo a España cuando era pequeño. Es otra vida que me ha dado; de hecho, me ha dado dos vidas», reconoce con sinceridad. Se trata de una observación general. El último ciclo olímpico ha estrangulado los presupuestos de numerosos deportistas y la clase media y baja española rebajará sus puestos en citas como la de Río 2016. «Sí, claro que se va a notar porque no hay medios y los que hay no son suficientes para entrenar a alto nivel», señala quien admite su suerte por residir en un centro de alto rendimiento. A pesar de todo, el atleta no piensa perderse la cita de Brasil. Aunque tenga que dar 570 abrazos a cambio.

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