Anna Espar, durante un entrenamiento.
WATERPOLO

Los genes del balonmano triunfan en la piscina

Anna Espar aumenta con su hermana la tradición deportiva de un hogar en el que su padre fue entrenador y jugador del Barcelona

Javier Bragado

Sábado, 19 de julio 2014, 17:30

Xesco Espar es uno de los jugadores más reconocibles de la historia del balonmano del Barça. Fue entrenador durante varias temporadas (tres en el primer equipo) y toda su carrera se desarrolló en el Palau. Sus hijas, Anna y Clara, actualmente lanzan balones a la ... madera, golean desde siete metros y la mayor de ellas ha sido campeona del mundo en la Ciudad Condal. Sin embargo, existe una diferencia esencial con su padre: las Espar triunfan en el agua.

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«Desde pequeña he practicado otros deportes con mi hermana y mis padres siempre nos han dejado hacer lo que quisiéramos. A mí el balonmano me gustaba mucho. De pequeña lo he vivido, también hacíamos natación, pero al final tiró el deporte de equipo y el que más lo hizo fue el waterpolo», explica Anna. Su madre es ultramaratoniana y su hermana está a un paso de compartir torneos con la selección española del mismo deporte, pero su progenitor siempre prefirió que fueran ellas quienes eligieran su destino y ahora cuenta con una subcampeona olímpica y una aspirante en casa. «Él está contento de que hagamos lo que nos gusta y de que hayamos llegado tan lejos. Le da igual que sea waterpolo o balonmano lo que nos haga disfrutar», cuenta Anna sobre su padre, quien ahora se dedica a ofrecer sus servicios como conferenciante y asesor desde la óptica de su experiencia deportiva.

En el currículum de la mayor de las Espar destaca que se colgó una plata olímpica con sólo 19 años, pero en su trayectoria cuenta con un factor diferente a la mayor parte de sus compañeras. «Me encanta viajar, y gracias al waterpolo pude estudiar en Estados Unidos. Me ayudó a crecer tanto como persona como jugadora», recuerda quien se proclamó campeona de la NCAA al marcar un gol en la muerte súbita de la final al estilo hollywoodiense y se convirtió en la primera jugadora de la Universidad del Sur de California en formar parte del equipo de las estrellas. «La gente de mi universidad me conocía, pero allí también hay otros deportistas muy buenos y no era una estrella», asegura Anna para rebajar sus méritos. Pero vivir a solas en un país extranjero y dedicarse de manera específica a su deporte perfilaron una actitud que no pasa desapercibida. «Es increíble. A veces es probable que no sea consciente de lo importante que es de por sí. Es seria, super responsable, y a veces sin saberlo es capaz de reconducir el grupo en ese sentido. Es una pasada», asegura la capitana Jennifer Pareja.

Sin embargo, la barcelonesa no quiere olvidar nada de lo que aprendió en Norteamérica porque considera que es el estilo de vida ideal para un atleta a pesar de que su agenda combinaba entrenamientos y clases desde las seis de la mañana hasta las nueve de la noche. «Ojalá aquí fuera igual. Allí se valora mucho más el sacrificio que hacen los deportistas y la gente lo vive mucho más», interpreta por su experiencia de primera mano. Mientras, su hermana pequeña va a sumar dos años en San Francisco con los troyanos de San José después de proclamarse máxima goleadora de la competición española.

Este domingo, contra Italia en el Europeo

En el Europeo de Budapest que se disputa estos días, Anna Espar trata de dar un paso adelante en el plano deportivo, aunque tampoco olvida mirar a las gradas de la piscina. «Ojalá en España se viviera como en Hungría. Se disfruta cuando hay mucha gente, como fue en Barcelona cuando ganamos el Mundial en 2012, pero ojalá fuera así todo el año», se lamenta. Sin embargo, a pesar del ambiente dentro de la piscina Isla Margarita no ha contado con sus mejores actuaciones con la selección española.

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Ante la débil Francia, a la que las españolas aplastaron el viernes en la segunda jornada (4-18), sólo pudo disputar dos cuartos porque fue expulsada por su manera de defender y en la derrota inicial contra Rusia (10-9) tampoco pudo anotar. Sin embargo, Miki Oca no duda de que será importante en el futuro para su grupo. «Es una jugadora que aporta mucha entrega, trabajo, compañerismo y una serie de actitudes que hacen que el equipo cuaje mejor y avance más rápido», analiza el seleccionador español. Contra Italia, este domingo (16.00 h. Teledeporte), podría ser clave en un duelo que decidirá el primer puesto del grupo (acceso directo a semifinales), el segundo (pase por cuartos) o el tercero (eliminación). Para la mejor jugadora europea de 2012 es una buena oportunidad de que los genes Espar del balonmano demuestren de nuevo su valía en la piscina.

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