La natación, una historia de progreso científico-tecnológico

¿Por qué flotamos? Gracias al Principio de Arquímedes, según el cual todo objeto sumergido experimenta un empuje vertical hacia arriba que favorece su flotabilidad.

¿Y por qué nos deslizamos? Porque la eficiencia con la que el nadador empuja el agua hacia atrás para propulsarse vence la fuerza que se opone al movimiento del deportista. Esta oposición se debe, principalmente, a la fricción del nadador con las moléculas de agua y a las olas que se producen en la superficie. La oposición es menor bajo el agua y por eso es más efectivo nadar sumergido...hasta el punto que se tuvo que limitar la distancia que un nadador puede recorrer buceando en competición.

¿Cómo puede vencer el nadador esta oposición a su desplazamiento? Su técnica no solo busca empujar el agua hacia atrás sino también crear las mínimas turbulencias y mantener las extremidades muy juntas para minimizar el área en oposición al movimiento. Es una de las claves de la hidrodinámica que Michael Phelps dominaba a la perfección gracias a su famosa «patada de delfín».

Analicemos ahora la tecnología que hay detrás de un «aparentemente» simple bañador. Atentos a la historia que les voy a contar y que convierte a esta prenda en una de las más tecnológicas del mundo del deporte.

A finales de los años 30 se sustituyeron los bañadores de lana por los de seda gracias a la aparición del Racerback, un bañador que se ajustaba mucho al cuerpo dejando la espalda y los hombros al descubierto. El desarrollo de la química permitió la llegada del nailon en los años cincuenta y del elastano en los setenta, materiales que dotaron a los bañadores de mayor elasticidad y flexibilidad. A comienzos del siglo XX llegó el revolucionario Fastskin, un bañador inspirado en la piel de tiburón que tenia un sistema de costuras que disminuían la fricción, la turbulencia del agua alrededor del cuerpo y el agua absorbida por el bañador. En 2004 apareció el tejido Flexskin cuyos paneles laterales flexibles y sus nuevas costuras permitían a los nadadores desplazarse con mayor facilidad.

Pero la gran revolución en el mundo de los bañadores llegó en los JJOO de Pekín 2008 con la irrupción del LZR Razer, una prenda con la que se ganaron el 94 % de las pruebas de esta modalidad deportiva. Uno de sus principales secretos era su capacidad para atrapar burbujas, lo que aumentaba la flotabilidad del nadador. También disponía de un núcleo estabilizador que corregía malas posturas. Además, estaba elaborado con paneles de poliuretano cortados con láser que cubrían desde las pantorrillas hasta las muñecas, comprimiendo muchísimo los músculos del nadador y reduciendo en un 10% la fuerza de arrastre que debía vencer el deportista para avanzar.

Tras los JJOO de Pekín 2008 la química de materiales siguió ayudando al diseño de nuevos bañadores…hasta que la FINA decidió hacer caso a los que acusaban a estos bañadores de dopaje tecnológico y decidió no solo prohibirlos sino también dictar unas normas que deberán seguir los bañadores que se empleen en los JJOO de Tokio 2020. ¿Cuáles son?

1) Los bañadores no podrán formar burbujas de aire para evitar facilitar la flotabilidad.

2) En el caso de los hombres los bañadores solamente cubrirán desde la cintura hasta la rodilla y en el caso de las mujeres no podrán cubrir más allá de los hombros, ni por debajo de las rodillas.

Estimados lectores, espero que tras leer este artículo vean la natación de los JJOO de Tokio 2020 con las gafas del científico y aprecien bien la física que hay tras el nado y la tecnología con la que estoy seguro que nos volverán a sorprender los bañadores usados por los atletas.