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EMILIO V. ESCUDERO
Enviado especial a Tokio
Sábado, 7 de agosto 2021, 19:26
Han pasado cinco años desde que el primer ministro de Japón apareciera disfrazado de Super Mario en la clausura de Río 2016. Fue su manera de dar la bienvenida al mundo a estos Juegos de Tokio, aunque poco podía imaginar entonces que se fueran a ... celebrar con un año de retraso y en medio de una pandemia. Quedó en el imaginario colectivo aquella imagen que sirve para dar nombre hoy a un grupo que ha hecho historia. Porque aunque no haya alcanzado el estupendo oro de Barcelona, la quinta de Super Mario devuelve al fútbol español al podio 21 años después. Plata que dolía ayer, pero que, unida al buen papel de la absoluta en la Eurocopa, permite soñar con un futuro en grande para la selección.
A todas las generaciones les hace falta un gran éxito para coronarse y esta de Pedri, Asensio, Oyarzabal o Pau Torres tenía el suyo en la final olímpica. Un partido grande, con repercusión mundial y ante un rival mediático como Brasil. No le faltaba nada al encuentro, pero España salió timorata y le tocó ir a remolque. Sobre todo por sus propios errores, como el de Torres en el primer gol de Brasil o el de Vallejo en el segundo. Quedó en nada el golazo de Oyarzabal, enfadado con el mundo a la hora de celebrar el empate. Y aunque mejoró España con él y tuvo ocasiones para haberse puesto por delante, volvió a estrellarse contra su falta de gol y se vio abocada a una prórroga (otra, un verano infinito de tiempos extra) de la que no salió esta vez victoriosa. El gol de Malcom a doce minutos del final no le dejó tiempo a España para obrar un milagro como el día de Costa de Marfil y tuvo que conformarse con una plata que dolió y mucho.
Lloraban sobre el césped los españoles con el pitido final. Muchos de ellos como Miranda o Bryan Gil tirados en el césped sin encontrar consuelo. Vagaba casi sin rumbo Vallejo, señalado por su error en el segundo tanto, en busca de un brazo amigo que encontró en la figura de Luis de la Fuente. El técnico le abrazó y le dijo algo al oído. Palabras de esas que llegan al corazón. Buscó luego al resto de jugadores y también a los brasileños, exultantes con el segundo oro consecutivo.
Antes de subir al podio se juntó España, entrelazados los jugadores en un abrazo inmenso que trataba de valorar lo que acababan de conseguir. Se lo dijo el técnico y lo repitió también Vallejo, que dejó atrás su decepción para ejercer de capitán. «Les he dicho que lo sentía mucho y que era una pena porque habíamos hecho un grupo genial y nos merecíamos este oro. Hemos estado cuarenta días de concentración en los que hemos creado unos vínculos increíbles y les he dicho que hay que darle la importancia que tiene a esta plata. Que esta experiencia olímpica solo se vive una vez», explicaba el aragonés.
Como él, Unai Simón pedía un ejercicio de reflexión para darle valor al podio conseguido. «Ahora esta plata sabe muy amarga, pero cuando pase el tiempo lo veremos todo mejor. Creo que esta generación tiene recorrido por delante y hay jugadores muy válidos para el futuro». Las palabras del guardameta, que también fue titular con la absoluta en la Eurocopa, anticipan ese futuro halagüeño para España. Seis de los titulares en la final olímpica estuvieron en el torneo con la absoluta y están llamados a ser la base del equipo de Luis Enrique.
Un conjunto que lo hizo muy bien a principios del verano, eliminado solo en semifinales por la campeona y en los penaltis. Después de un inicio al ralentí, España cogió poso con la juventud como bandera. Con Pedri siendo capitán general, con Olmo como desborde principal y con Simón como seguro en la portería. Líderes consolidados en una edad muy temprana que deberán confirmar esa progresión a partir de septiembre, cuando España retome su clasificación para el Mundial de Catar de 2022.
Habrá que ver si Luis Enrique repite convocatoria similar a la de la Eurocopa. Entonces, muchos se quejaban porque muchos futbolistas eran semidesconocidos, pero la mayoría se ha hecho un nombre en este verano ilusionante que recargó las pilas de la absoluta y que ha devuelto a la selección olímpica al podio 21 años después de aquella plata de Sídney. La ganaron unos jóvenes poco conocidos entonces que luego fueron gigantes como Xavi, Capdevila o Puyol.
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