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Cuando acabó la regata en la bahía de Enoshima, Jordi Xammar se echó al suelo y comenzó a llorar como un niño. Acaba de conseguir un objetivo con el que llevaba mucho tiempo soñando, desde que Natalia Vía-Dufresne fue un día del año 2004 ... al club náutico del Garraf y le enseñó la medalla de plata que acababa de conseguir en los Juegos en los Atenas. Jordi tenía once años. «Entonces supe que quería ser medallista olímpico», recordó al poco de acabar la regata.
Hace unas horas lo ha conseguido. Xammar ya tiene su medalla y la emoción le pone temblón y le asoma por los ojos y le dibuja una sonrisa tan rotunda que parece tallada en piedra. «Veníamos muy mentalizados, pero lo que hemos vivido esta semana ha sido muy fuerte. Sentíamos una presión brutal, la cabeza no dejaba de dar vueltas..., nosotros no somos estrellas del deporte, somos gente normal que trabaja toda la vida por ganar una medalla», explicó.
Xammar se la dedicó a sus padres, que no querían ni por asomo que su hijo se dedicase al deporte de alta competición. «No les gustaba porque ellos venían del motociclismo y sabían que es muy duro y que existe una presión enorme..., pero a mí me gusta». La regata de hoy no ha sido fácil, pero ambos estaban determinados a no dejar escapar las medallas, sobre todo tras las últimas experiencias del equipo español. «Esta mañana, mientras me estaba lavando los dientes, me he mirado al espejo y me he dicho: haz lo que sea, pero consigue una medalla».
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A su compañero, Nico Rodríguez, más calmado pero con la misma sonrisa expansiva, una sonrisa de liberación, le ha costado mucho dormir esta noche: «Era consciente de que el reto era muy grande, pero me tranquilicé pensando que hace unos meses hubiera soñado con llegar a la regata de hoy con posibilidades de medalla». Sabía que estaba ante el gran momento por el que había luchado los últimos cinco años y que han conseguido resolver con éxito: «Tanto sacrificio merece la pena. Todas las horas que no hemos estado en casa, que no hemos visto a nuestras familias. Lo volvería hacer. Es un sueño realizado y el fruto del trabajo de muchísimo tiempo».
Por ahora no quieren pensar en París, el siguiente reto olímpico. No quieren pensar más allá de las vacaciones. No quieren dejar de disfrutar. «Yo ahora solo quiero una mariscada y unas birras -resuelve Nico-. Y comerme un arroz con bogavante solo con mi madre, que es lo que hacemos siempre que hay algo de celebrar».
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