emilio v. escudero
Enviado especial a Tokio
Sábado, 7 de agosto 2021, 00:33
El tono de Luis de la Fuente suena amable al otro lado del teléfono. De fondo se escuchan los ecos del canal de piragüismo y el técnico se interesa por lo que acaba de ocurrir allí. En unas horas tiene que dirigir el partido más ... importante de su carrera, la final olímpica ante Brasil, pero el técnico saca tiempo para vivir el resto de actualidad de los Juegos. Un evento que, reconoce, le apasiona desde que era muy joven.
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- ¿Se acuerda de dónde estaba Luis de la Fuente en la final olímpica de 1992?
- Estaría entrenando, con la pretemporada empezada ya, porque aquello fue en agosto. Ya le digo que a mí siempre me han gustado mucho los Juegos Olímpicos. Yo era de esos que se despertaba por la noche si hacía falta para ver algún evento. En Barcelona 92 no hacía falta trasnochar, pero aquello fue una gran alegría. Primero por ver a la selección ganando el oro y luego porque en aquel equipo había personas y jugadores que conocía, especialmente Vicente Miera, que había sido mi entrenador en la sub-21.
- ¿Imaginaba entonces que un día podría estar en su misma posición?
- Ufff (resopla). Para nada. Siempre tienes pensamientos de qué harás cuando dejes de ser futbolista, pero no imaginas tanto. Yo cerré mi ciclo como jugador poco después de aquellos Juegos y tras varios años entrenando a diferentes equipos del País Vasco y también al filial del Sevilla, me llega la oportunidad de dirigir a la sub-19. Aquello ya me acercaba un poco más a los Juegos.
- Lo resume rápido, pero el suyo ha sido un viaje largo hasta llegar aquí.
- Sí, ha sido muy bonito. Me ha servido para crecer tanto en el plano técnico como en el personal. De no ser por esos años en el Portugalete, Bilbao Athletic, Aurrera, Alavés o Sevilla no creo que estuviera hoy aquí. Todos esos equipos me han regalado experiencias muy bonitas en mi vida y ahora tengo por delante una más, que es esta final olímpica.
- ¿Asusta?
- Yo siempre afronto todo con mucha naturalidad y normalidad. Cuando me tocó asumir este cargo, yo llevaba ya cinco años con la sub-19 y conocía el funcionamiento del equipo. Además, había coincidido ya con muchos de los chicos que tenían que subir de categoría. Eso me sirvió de experiencia y ayuda para asumir el reto de la sub-21, que cogí con mucha emoción, porque era un salto en mi carrera. Todo eso, toda esa calma y conocimiento, ha hecho más sencillo el camino y también ayuda a la hora de afrontar el reto.
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- Echa la vista muy atrás, ¿ha sido tan largo el viaje?
- Larguísimo. El torneo olímpico es muy corto, pero hay un recorrido inmenso para llegar aquí. Hay que poner en valor la clasificación, que es muy difícil porque llegan solo cuatro equipos europeos. Hay que clasificarse en un Europeo sub-21 de un nivel altísimo al que, también, solo acuden los mejores de los mejores. Es tan difícil, que España solo se había clasificado una vez en los últimos veinte años. A eso hay que sumarle que ya estamos en la final y que la medalla está asegurada, algo que solo se ha conseguido dos veces en la historia.
- ¿Se conforman?
- No, para nada. Cuando vinimos aquí el objetivo era luchar por el oro y eso ya lo hemos demostrado, porque estamos en la final. Ahora solo nos queda intentar ganarlo.
- Para estar en esa final han pasado por apuros tremendos en muchos partidos. ¿Ayuda eso a que el jugador esté más preparado ahora?
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- En todos los campeonatos hay un día malo que tienes que superar y si lo consigues el equipo crece muchísimo. Eso suele ser sinónimo de conseguir cosas importantes. Nosotros ya lo habíamos vivido con la sub-19, en el Europeo que ganamos en Grecia, como con la sub-21, que ahí sí que estuvimos casi fuera ante Italia. Pero estos chicos consiguieron mantener la calma y la tranquilidad para reponerse. En los Juegos ha sido igual. El partido que tuvimos contra Costa de Marfil que empatamos en el 92 sí que tuvimos algo de fortuna, pero el resto han sido encuentros duros en los que teníamos que haber ganado antes de tiempo. Eso lo que hace es endurecer al equipo y dotarle de un carácter especial. Darles confianza. Además, dentro del vestuario hace que se valore más cada ronda que avanzas, porque ha costado mucho. Ahora mismo estamos con mucha moral y convencidos con toda nuestra fuerza para intentar ganar la final.
- ¿Se siente una responsabilidad mayor cuando se dirige a España?
- La repercusión es muchísimo mayor cuando diriges a la selección, porque tienes a todo un país detrás y la responsabilidad es muy grande. Sentimos el apoyo de todos los aficionados y nos sentimos valorados. Hay una corriente de reconocimiento a lo que ha hecho este equipo fantástica. No en vano, hacía muchos años que no se llegaba tan lejos y casi 30 años que no se gana el oro. Esto es muy difícil. En ese sentido estamos muy tranquilos, porque llegados a este punto ese reconocimiento lo tenemos por parte de todos. Ahora queremos hacer historia y eso pasa por el oro.
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- Contra un rival que es el más difícil todavía.
- Sí, espera Brasil, que era uno de los favoritos, pero que nadie se olvide que en nuestro grupo había tres campeones continentales, que luego tuvimos un cruce durísimo ante Costa de Marfil y después al anfitrión, Japón. Nos toca ahora Brasil que es la final que todo el mundo hubiera deseado antes de los Juegos y esperamos estar a la altura.
- Una final a la que España llegó gracias a un golazo de Asensio en la prórroga. ¿Se alegró especialmente por él?
- Sí, claro. Yo siempre me alegro por ellos, porque mi relación con todos estos jugadores va más allá de lo profesional. Hay una relación afectiva de muchos años y claro que me alegré por él. Por lo bien que le venía y por lo que significaba, que era el pase a la final y asegurar la medalla. Yo soy muy exigente, siempre creo que hay margen de mejora y por eso lo del otro día ya queda lejos. Hay que ser mejor que eso ante Brasil.
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- ¿Siente que a veces tiene que hacer más de padre que de entrenador?
- Es cierto que tiene este puesto una carga afectiva importante, pero yo lo que trato de hacer con todo el mundo es inculcarle una responsabilidad y una exigencia. Una mentalidad que les deje claro que con esfuerzo, todo se consigue. Me da igual que sean jóvenes o no, lo que me importa es que maduren y que lo hagan con estos valores. Y que entiendan que no hay que dejar de aprender nunca, tengas 20 o 30 años.
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