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LAURA MARTA
Domingo, 25 de julio 2021, 00:36
El deporte es talento, trabajo y sacrificio, quizá un poco de suerte también. Es verdad. Pero hay un ingrediente que a veces supera a todo y palía algunas carencias. La ilusión. El mejor ejemplo es esa pareja de ensueño que forman Carla Suárez y Garbiñe ... Muguruza y que vive en Tokio la oportunidad de disfrutar. Es lo que se desprende de sus rostros y de su tenis, con falta de entrenamientos en conjunto, pero sobrado de calidad.
Superaron este sábado la primera ronda ante Alison van Uytvanck y Elise Mertens (6-3 y 7-6 (4)), líder de la clasificación de dobles. Pero el resultado es casi lo de menos para las dos tenistas españolas. Porque la complicidad entre ambas da a entender que sobre la pista no solo se dirime si alcanzarán el sueño de colgarse una medalla, sino la recuperación absoluta de una campeona como Carla Suárez, que en el último año ha batallado contra la enfermedad.
«Me hacía mucha ilusión una victoria después de todo lo que he pasado», reconocía la canaria a pie de pista. Aludía así a que en septiembre se le diagnosticó un linfoma de Hodgkin, un tipo de cáncer que afecta al sistema inmunológico, y tuvo que abandonar el circuito para centrarse en lo importante: ganar la batalla al 'bicho'. Lo hizo en abril. La victoria más importante del año. Ahora, se divierte en busca de una medalla. Y lo hace junto a una amiga. «Teníamos mucha ilusión por este dobles. Llevábamos mucho tiempo hablando de él sin saber si tendríamos la opción y es un regalo estar aquí. Sabemos que es posiblemente el último torneo que vamos a jugar juntas, así que vamos a ir a tope», confirmó Muguruza, radiante también por compartir Juegos con la canaria.
La propia Suárez, que llegó a ser la sexta mejor jugadora del mundo, ha reconocido estos días que mucha culpa de que ella esté en los Juegos se debe a Muguruza, que en todo el proceso de quimioterapia y recuperación del linfoma estuvo pendiente de su compañera. Con ánimos y mensajes de aliento. Después, desde el regreso de Carla al circuito, se han entrenado mucho juntas. Una vuelta que nunca se puso en duda, aunque no estuvo exenta de sacrificio y de repensar cómo estará el cuerpo después de la tensión. Porque la pandemia le quitó a la isleña la posibilidad de despedirse del tenis como ella quería: en la pista. Pero ni el coronavirus ni el cáncer pudieron con su perseverancia y su actitud, muy característicos también de su juego. Su reentrada al circuito en junio de 2021, 15 meses después de su último partido en febrero de 2020, fue aplaudido por el planeta tenis por todo lo que simbolizaba. Ovación cerrada en Roland Garros en su estreno contra Sloane Stephens y mayor todavía en Wimbledon -adiós a lo grande contra la número 1, Ashleigh Barty-, donde se emocionó ante las cámaras porque allí estaba su madre inmortalizando el momento, el respeto, el aplauso, el cariño de compañeros de profesión, rivales y espectadores.
Y esta cita olímpica el colofón más bonito para ella, compartido con Muguruza, pendiente de ella en entrenamientos, confidentes en la Villa. Hace más de dos años que no competían juntas, desde una eliminatoria de la Copa Federación en abril de 2019, pero han firmado tres títulos en pareja: Stanford en 2014 y Tokio y Birmingham en 2015; además de ser finalistas ese mismo año en Dubái, Mutua Madrid Open y la Copa de Maestras. «Siempre me gusta juntarme con Garbiñe, estamos muy contentas de estar aquí. Nos hemos olvidado de todo lo demás y nos hemos centrado en el partido, saliendo agresivas y ha sido una victoria especial», continuaba Suárez, que necesita más descanso que antes, obligado su cuerpo a un sobreesfuerzo que pocas podrían haber decidido realizar.
Por aspirar, claro, un final felicísimo en forma de medalla. Los metales están a apenas tres partidos. «Es a lo que aspiramos y sería muy bonito, pero sabemos la dificultad. Llevamos mucho tiempo sin jugar, las condiciones no son fáciles, están nuestros partidos de individuales. Se van sumando cosas, pero no nos vamos a engañar, sería muy bonito». Porque no solo triunfarían en lo deportivo. También ganaría la vida. Un final feliz para un cuento que ya es de hadas.
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