La imitadora de Jackie Chan que sueña con un oro en Tokio

El amor de Cerezo por el taekwondo nació siendo una niña y desde entonces no ha habido nadie que le quitara esta obsesión de la cabeza. Ni siquiera sus padres, a los que al principio no les hacía mucha gracia que la pequeña fuera por ahí «pegándose» con otros niños. «Fue mi abuelo el que me ponía siempre películas de artes marciales, de Jackie Chan y Van Damme, que a mí me gustaban mucho. Yo quería ser como ellos y como había un gimnasio de taekwondo debajo de mi casa, pues me apunté», recuerda la atleta, quien desvela que tras los recelos iniciales, sus padres se convirtieron en un apoyo fundamental. «En cuanto vieron que me gustaba, que era feliz haciendo esto, fueron los primeros en llevarme a todos los campeonatos y apoyarme», apunta feliz pocos días antes de viajar a Tokio.

Ni siquiera ella contaba con estar aquí, pues sus Juegos, los que tenía al menos en mente, eran los de París 2024. La pandemia abrió para ella una puerta que estaba cerrada y no dudó en aprovechar la oportunidad. «Yo, con 12 años, ya estaba ayudando a preparar los Juegos de Río a mi compañera Suvi Mikkonen. Entonces no pensaba que mi turno llegaría tan pronto, pero soy de las que no cree que haya que dejar pasar los trenes solo por la edad. Lo importante es estar preparada y yo lo estoy», explica.

A Adriana lo que le hace feliz es entrenar. Enfrentarse a los mejores y ganar. Es su objetivo desde hace años y el que espera cumplir en Tokio. Allí subirá al tapiz el próximo sábado con su retahíla de gestos. Salto con las rodillas al pecho, patada por aquí, patada por allá y una mirada al cielo. El abrazo con su entrenador, que nunca falta, deberá imaginarlo esta vez, pues Jesús Ramal no ha podido viajar con ella por culpa de las restricciones.

Sí lucirá, seguramente, su cinta de la suerte y el top con el que ha ganado los últimos campeonatos. «Tengo muchas manías, pero no me condicionan. Son más cosas que hago para concentrarme, pero si no las tengo no me pienso que vaya a perder». Perder es una palabra que no entra en el vocabulario de Cerezo, que comenzará la carrera de criminalística el próximo curso.

«Acababa de ganar la plaza para Tokio y no conseguía concentrarme para la selectividad. Estaba estudiando y solo pensaba en los Juegos. En cómo serían, en cómo lo haría… tuve que cortar por lo sano para hacerlo bien y bueno, no puedo quejarme, porque saqué un 13», explica orgullosa la madrileña, que ya tiene claros sus planes cuando vuelva de Japón. «Haré como siempre. Iré a casa de mi abuela y le pediré una tortilla de patatas o unas croquetas. Ella es la que me ha llevado siempre a entrenar. Se ha tirado así años, pasando cuatro horas en el gimnasio mientras yo entrenaba, así que si vuelvo de Tokio con una medalla lo primero que haré será llevarla a su casa… y si no también», resume feliz, esta imitadora de Jackie Chan que aspira a ser la primera medalla española en los Juegos.