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Rubén Cañizares
Sábado, 10 de agosto 2024, 12:40
El viernes negro del deporte español en París fue rojo dorado para la selección de fútbol masculina. Oro 32 años después. Del gol de Kiko a los dos de Camello para completar un verano mágico para nuestro país: campeones de Europa absolutos y sub'19, y campeones olímpicos por segunda vez en la historia. 'Oh là là!
La víctima fue la anfitriona Francia y el drama se rodó en el Parque de los Príncipes con Thierry Henry en papel de malo. Tiene músculos hasta en la calva. Lo que no tiene es fútbol, como su 'jefe' Deschamps. Un mini Didier que llegó a la final con más suerte que juego, más faltas que goles y más miedo que valentía. Así se puso por delante (m.11), pero el grave error de Arnau Tenas despertó a la mejor España. El 1-0 fue el asterisco de una primera mitad brillante de La Rojita. Baena soltó un despeje infantil dentro del área que acabó en los pies de Millot. Primer regalo. El disparo del francés fue a las manos del portero del PSG, mal colocado y perfilado, quien se metió la pelota en su propia portería.
Con un gol estúpido en contra y 50.000 franceses enloquecidos, lo normal hubiera sido sufrir un buen rato, pero como hace la absoluta gala, esta Francia olímpica se echó atrás para defender la ventaja y cazar alguna contra. Se encontró con una remontada en 14 minutos y un 1-3. Al mando, Fermín y Baena. Menuda dupla.
El jugador del Barça igualó el partido tras recibir un pase filtrado del mediocentro del Villarreal. Su remate, algo irregular, desnudó a los centrales galos. Quinto gol en los Juegos, que fueron seis en el minuto 25. Centro de Miranda, disparo de Abel Ruiz, despeje con el costado de Restes y Fermín, más rápido que el guardameta del Toulouse en el rechace, hizo el segundo.
El tercero fue obra de Baena, en un libre directo desde 25 metros al que ayudó la estatua del portero francés. Fue un disparo con poca altura y ajustado al palo derecho, pero Restes ni vio salir la pelota de los pies del almeriense, así que se compró una butaca VIP para ver el 1-3 con palomitas. Tres disparos y tres goles de España. Arnau respiraba y se reivindicaba. Justo antes del descanso, el portero sacó una mano buenísima a un cabezazo de Mateta. En su celebración escupió toda la bilis que había acumulado desde su error en el 1-0.
La segunda mitad fue un ejercicio de resistencia por parte de España. A Francia no le quedaba otra que ir a por el partido, por lo que encerrarse no era el camino adecuado para llegar al oro, aunque acabó sucediendo. Abel Ruiz, Fermín y Miranda lo intentaron con disparos lejanos. El exdelantero del Braga la tuvo también en un mano a mano, como Barrios, en un tres contra dos que finalizó mal el centrocampista del Atlético. Ninguna de ellas fueron ocasiones claras, pero valían para meterle algo de miedo a Francia. Lo peor fueron los cambios de Denia. Los mejores de España -Fermín, Baena, Abel y Aimar- fueron al banquillo, cmensaje de que había que defender el 1-3 con piernas frescas y olvidarse del campo rival. En esas sustituciones se cocinó la prórroga.
Antes de los goles franceses hubo dos sustos. En el primero, Koné remató al larguero. Estaba defendido por Baena, que es el punto de la i al lado del jugador del Borussia Mönchengladbach. En el segundo, Arnau sacó una mano de oro al propio Koné, quien la reventó desde la frontal del área. Fue en el minuto 79, en un balón parado mal defendido por España, como casi todos, cuando la pelota acabó en la red de España. Falta lateral botada por Olise que rozó en Akliouche y acabó envenenándose hacia la escuadra. 2-3.
De ahí al final, la España de Denia se disfrazó del Atlético de Simeone y el castigo a la encerrona fue un penalti en el tiempo añadido. Regalo de Turrientes, con un agarrón continuado e innecesario en un córner que el VAR no dejó pasar de largo. Mateta no falló desde los once metros. Sí lo hizo el propio Turrientes, en el 95. Estuvo a un milímetro de enmendar su error, pero su disparo desde la frontal lo escupió el larguero después de los dedos milagrosos de Restes.
En el tiempo extra, con un equipo B y ante una Francia subida a la ola buena, apareció Camello en el minuto 100 para disfrazarse de Kiko Narváez. Balón al espacio de Bernabé y en el mano a mano, el delantero del Rayo la picó ante la salida de Restes. Denia sonreía. Hasta sus decisiones más controvertidas le salieron bien. El 3-5, en el 121, también fue obra de Camello. Otra picadita, esta vez con la izquierda. Doble gol de oro. 32 años después, los campeones de Barcelona ya tienen herederos.
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