A Javier Tebas no le ha quedado más remedio que lidiar con la peor crisis que ha vivido nunca el fútbol español. El coronavirus que ha sacudido el planeta con una virulencia digna de los relatos de ciencia-ficción paralizó durante tres meses una industria ... que parecía imparable y que, como este abogado oscense de adopción no cesó de reiterar en los tiempos de mayor pesadumbre, en los que pasaba las de Caín por apelar a lo monetario mientras la emergencia sanitaria no daba tregua, genera el 1,37% del PIB nacional y mueve unos 185.000 empleos.
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La pandemia se cebaba con las residencias de ancianos de todo el país, y el fútbol español vivía semanas de oscuridad, zozobra y mucho temor, con clubes abocados a expedientes de regulación temporal de empleo y la amenaza de quiebra de muchos de ellos latente si no se reactivaba la competición.
Mientras de cara al público se proclamaba la esperanza de retornar, de puertas adentro cundía el pesimismo. Al presidente de LaLiga, omnipresente por aquellos días, le tocó templar ánimos, calmar desasosiegos y, sobre todo, trabajar a destajo, una de las cualidades que más valoran quienes le conocen bien y que en épocas más tranquilas quedó soterrada por sus guerras mediáticas con Luis Rubiales, el presidente de la Federación.
Hombre de convicciones férreas, Javier Tebas no tiene pelos en la lengua ni temor al cuerpo a cuerpo con sus enemigos. No en vano, se curtió como asesor jurídico de diversos clubes a través de su despacho Tebas & Coiduras y colaboró con figuras tan controvertidas como Dimitri Piterman (Alavés), José María Ruiz Mateos (Rayo Vallecano) o Manuel Ruiz de Lopera (Betis) mucho antes de convertirse en una suerte de Rey Midas del fútbol español con su elevación a la cúspide de la patronal en abril de 2013. Durante estos siete años el presidente de LaLiga se ha distinguido especialmente por esa facilidad para buscar la confrontación, pero con la gran crisis desatada por el coronavirus ha puesto al servicio de la causa una capacidad estratégica y analítica que ni sus detractores le niegan.
Había que moverse con diplomacia y entre bambalinas. Al otro lado de la mesa estaba el máximo dirigente de la Federación Española de Fútbol (FEF), con quien Tebas se las tiene tiesas desde que Rubiales enarbolase el hacha de guerra contra su aliado Miguel Cardenal en los tiempos en que este último presidía el CSD y el primero encabezaba la Asociación de Futbolistas Españoles (AFE). Bajo el arbitrio de Irene Lozano, actual secretaria de Estado para el Deporte, amortiguaron las hostilidades para poner el balón a rodar otra vez. La refriega permanece, judicializadas sus disonancias en diversos asuntos, pero con un compromiso de evitar la algarabía de esos ataques personales que enturbiaron la imagen del balompié.
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Aquellos 'Pactos de Viana' conciliaron a representantes de ideologías antagónicas. Javier Tebas, declarado simpatizante de Vox, rubricó con éxito el diálogo con un Gobierno de izquierdas. Las crisis generan extraños compañeros de cama. Para entonces, el que fuera presidente del Huesca en los años noventa había negociado con denuedo y trazado un meticuloso plan para aminorar las pérdidas del fútbol español, a la vez que sentaba las bases del retorno con un estricto protocolo.
En la desescalada contó con el asesoramiento de su hermano Pablo, investigador jefe de virología y enfermedades infecciosas en la Universidad de Pensilvania que dirige un equipo que trabaja en conseguir una vacuna para el coronavirus. La frenética carrera para tumbar al maldito patógeno les impedirá reunirse este verano en el refugio familiar de los Tebas Medrano. Mientras uno canalizaba su energía en el microscopio, el otro calculaba el quebranto económico: 1.000 millones de euros en el peor de los casos; 400 millones según las últimas estimaciones con el retorno a puerta cerrada.
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El superpatrón del nuevo fútbol ha convertido ahora en su caballo de batalla la apertura al público de los estadios, aunque se mueve con tiento. Tiene listo un borrador para el regreso de los aficionados, pero precisa el visto bueno de las autoridades y un exceso de presión podría arruinar sus pretensiones.
Bajo el mandato de Tebas, LaLiga ha multiplicado sus ganancias, dejando atrás aquellos años en que los que eran moneda corriente los impagos, las deudas con Hacienda y los concursos de acreedores en los que se fajó el actual jefe de la patronal desde el despacho que fundó en 1987. De los 2.236 millones de euros de ingresos que obtuvieron los 42 clubes de Primera y Segunda en 2013 se ha pasado a 4.457 millones en 2019.
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No obstante, Javier Tebas también ha sufrido derrotas por el camino. En 2018 firmó un acuerdo a quince años con la multinacional Relevent que contemplaba la celebración de un partido oficial de cada temporada en Estados Unidos. La FEF recurrió a los tribunales, que bloquearon la disputa en Miami del Girona-Barcelona de la campaña 2018-2019 y del Villarreal-Atlético previsto también en la ciudad de Florida el curso siguiente. La batalla continúa en sede judicial, como tantos otros desacuerdos con la misma Federación con la que ha tendido cables en una situación de excepcionalidad.
Con el futuro del negocio en riesgo, Tebas, cuya figura ha salido reforzada de esta crisis, vaticina un mercado parco en fichajes en el que primarán los trueques y las cesiones. Cree que los clubes tendrán que apostar más por la cantera y augura que el impacto de la pandemia alterará el ecosistema futbolístico durante varios años. La dura realidad en tiempos del Covid-19.
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