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Lisboa y la décima Champions del Real Madrid en la pórroga; Milán y la undécima orejona para los blancos por penaltis; ahora, Yeda y la Supercopa de España que coronó a Zinedine Zidane y a su equipo en un formato inédito. Aunque Diego Pablo ... Simeone ha transformado la historia del Atlético, que bajo su dirección ha experimentado un crecimiento exponencial en el plano deportivo y, sobre todo, económico, el técnico argentino no ha logrado desterrar la leyenda del pupas. Es más, se han extendido en las últimas horas las chanzas entre los madridistas sobre la habilidad de este Atlético para eliminar a los principales rivales de los merengues y agudizar la crisis del Barça para luego caer ante su enemigo de la capital en dramáticas finales. «Se merece un monumento en Cibeles», dicen, sarcásticos.
Pese a la sensación de dolor e impotencia que siempre supone para los colchoneros perder ante el vecino poderoso, de puertas para afuera en el Atlético se asegura que la Supercopa disputada en Arabia Saudí ha reforzado sus planteamientos y la línea ascendente del último mes. «Este tiene que ser un punto de partida, de darse cuenta de que si seguimos el plan del equipo está claro que somos competitivos», manifestó Simeone tras caer en los penaltis, mucho más que una lotería porque interviene la mente, el carácter y la calidad de jugadores y porteros. Ese gen de supervivencia, de competitividad, es la gran seña de identidad del Atlético del Cholo, puesta en duda tras una primera vuelta con sus peores números y la clasificación con sufrimiento para octavos de la Champions, donde espera el temible Liverpool.
«Competimos mejor que ante el Barcelona», insistió Simeone, conocedor de que los culés les pasaron por encima en muchas fases de la semifinal que, sin embargo, ha sentenciado a Ernesto Valverde como técnico culé. Jan Oblak, impotente en los penaltis de Milán y Yeda, frenó a un Barcelona al que se le anularon dos goles tras la revisión del VAR y que se vio sorprendido en los últimos minutos por los goles de Álvaro Morata, de penalti, y Correa. Fueron dos acciones similares a la que abortó Fede Valverde en la final con una dura entrada sobre el delantero madrileño que le costó la roja. Cualquier jugador en esa situación hubiera intentado hacer lo mismo, pero la elección del uruguayo como MVP de la final, con el seleccionador Luis Enrique y el director deportivo de la FEF, José Francisco Molina, entre los votantes, ha indignado a los rojiblancos. Simeone reconoce que «Valverde ganó el partido» y le felicitó por ello, pero su distinción parece una falta de decoro deportivo.
Se le escapó el titulo al Atlético pero dio la cara aún con las bajas de Diego Costa, el francés Lemar y el capitán Koke. En cuanto a nombres propios, la Supercopa encumbra pese a los penaltis a Oblak, que ha hecho de los milagros costumbre, y refuerza al central Felipe Monteiro, al lateral inglés Kieran Trippier y a los delanteros Correa, un incordio permanente para los defensores, y Morata. Incluso Marcos Llorente, uno de los jugadores menos utilizados este curso, ofreció apuntes positivos en los pocos minutos de los que dispuso. También Vitolo fue determinante cuando salió ante el Barça desde el banquillo y puede ser clave en lo que resta de curso si le respetan las lesiones.
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En el apartado negativo, sin embargo, asoman la oportunidad esfumada para levantar un título y el desempeño del portugués Joao Félix, cuyas actuaciones, muy irregulares, siguen sin justificar el desembolso récord que hizo el Atlético para contratarlo (127 millones). Tampoco evoluciona como se preveía el lateral Renan Lodi, demasiado vulnerable en defensa y que menos peligro en las incursiones ofensivas características carrileros brasileños. El crecimiento de ambos, la recuperación de los lesionados y algún refuerzo en ataque son las tareas principales para los siete partidos que faltan antes de la ida de Champions ante un Liverpool que el 18 de febrero visitará el Wanda Metropolitano. Eibar, Leganés, de nuevo el Real Madrid en el Bernabéu, la visita del Granada y el desplazamiento a Mestalla medirán en el próximo mes el estado real del Atlético. Según su técnico, mantiene un «orgullo muy fuerte». No es suficiente.
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