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Miguel Olmeda
Miércoles, 21 de junio 2017, 20:33
1-0, gol de Saúl. La frase se repite tan a menudo que incluso resulta manida, lo cual no quiere decir que lo que hace el muchacho deje de ser elogiable. Lo suyo es un arte, aunque parezca tan cotidiano como bajar a comprar el ... pan. Contra Portugal, el centrocampista del Atlético volvió a abrir la lata de la sub-21, y eso sólo puede significar una cosa: España se llevó los tres puntos.
Ya ocurrió en el duelo inaugural del Europeo ante Macedonia. Centro pasado de Gayà que Saúl transformó en un golazo de chilena, con la ayuda del meta Aleksovski eso sí. Una suerte que domina, puede dar cuenta de ello el Real Madrid. Con el partido cuesta abajo llegarían la exhibición de Marco Asensio y el 5-0 definitivo, pero todo empezó en la bota izquierda del número ‘8’.
En la segunda jornada, con el rival más difícil del grupo enfrente, Saúl repitió en su cita con el gol cambiando el modus operandi. Otra marca de la casa: balón suelto en el costado diestro, zigzag entre uno, dos, tres rivales... Ya la jaula. Así ‘clasificó’ al Atlético ante el Bayern para la final de Champions de Milán en 2016 e hizo lo propio un año más tarde en Leverkusen con los cuartos como premio. En Polonia sólo le falta una diana de cabeza para completar su repertorio y Serbia ya espera.
Los goles de Saúl Ñíguez, ya sea con la camiseta del Atlético o con la de la selección española, son sinónimo de victoria. O como mínimo, de empate. Y es que en seis temporadas entre el primer y el segundo equipo rojiblanco, el ilicitano no sabe lo que es perder y ‘mojar’ en el mismo partido. 32 tantos ha celebrado en la ribera del Manzanares en 28 encuentros distintos; de los cuales 24 han terminado en triunfo y cuatro en equis. En la selección, desde la sub-17 a la sub-21, sus cinco goles han supuesto otras tantas victorias.
Sólo una vez a lo largo de su carrera ha caído Saúl derrotado habiendo batido la meta rival. Fue durante su cesión al Rayo Vallecano la temporada 2013-14. Pese a que con su gol a Kiko Casilla alimentó las esperanzas de remontada del equipo de la franja, dos goles de Sergio García y Christian Stuani nada más sacar de centro colocaron el 1-4 en el luminoso.
Tras esa etapa en Vallecas, Saúl se adaptó a la filosofía del ‘cholismo’ hasta el punto de convertirse, con permiso de Gabi, en la extensión de Diego Pablo Simeone sobre el terreno de juego. El rol que en su día ejerció Raúl García con maestría y que cada vez se ajusta más al perfil del canterano. La confianza del argentino en quien más pronto que tarde se convertirá en capitán del Atlético se justifica sola: esta temporada sus goles han reportado directamente nueve puntos al equipo en Liga y tres más en Champions, amén de la clasificación a semifinales. El chico es un seguro.
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