Portugal y la mala fortuna dejan a la sub-21 sin final

Hasta cuatro cambios introdujo Luis de la Fuente en el once respecto al partido de cuartos de final frente a Croacia, con Óscar Gil, Cucurella, Gonzalo Villar y el bigoleador Puado por Guillamón, Pedrosa, Fran Beltrán y Fer Niño. Enfrente, Portugal, un rival que fue un rodillo en la fase de grupos intermedia y llegaba de endosarle cinco goles a Italia en cuartos, con prórroga de por medio, eso sí.

La Rojita comenzó sacándole partido a su profundidad por las bandas, algo que le faltó en el inicio ante Croacia. Por la izquierda, con el desborde de Bryan Gil, llegó la primera opción en un centro que Puado no pudo aprovechar con un remate de cabeza preciso. A través de la misma fórmula se creó la sub-21 española otra buena ocasión, aunque el testarazo de Brahim Díaz tampoco cogió puerta.

Mientras, el combinado luso respondía con un disparo lejano de Vitinha al que reaccionó en vuelo felino Álvaro Fernández. Al buen juego asociativo, que le discutía el balón a los centrocampistas españoles, Portugal unía una capacidad notable para ensayar el tiro desde cualquier posición, una amenaza permanente. El paso de los minutos le daba un mayor control de partido al combinado dirigido por Rui Jorge. Su homólogo español, Luis de la Fuente, seguía con preocupación los acontecimientos, con Sancet, Yéremy Pino y Miranda calentando en la banda como aviso de su malestar con el desarrollo del partido.

La amenaza subió de intensidad con una auténtica exhibición física del milanista Leao frente a Mingueza. El luso desarboló al defensa del Barça cual locomotora, aunque dudó entre la finalización o el pase de la muerte para Dany Mota y al final no hizo ni lo primero ni lo segundo. Respiró España, consciente de que Portugal había perdonado el primero. La réplica la puso otro futbolista del Milan, Brahim, que cuando más apurado estaba su equipo sorprendió por banda derecha y ejecutó un zurdazo ligeramente desviado tras impactar en un defensa.

El partido no daba tregua, a la altura del enfrentamiento entre dos potencias de la categoría, y Cucurella también calibró su lanzamiento de falta, con buena respuesta del portugués Diogo Costa. La noticia al descanso, a tenor de lo visto, fue la ausencia del gol, pero es que el segundo acto dio comienzo aún más trepidante. Primero porque de la caseta no regresó Bryan Gil, quizás el jugador más desequilibrante de España en los primeros 45 minutos. Segundo porque Cucurella, en el lugar del sustituido tras la entrada de Miranda, se topó con el poste en una poderosa volea.

Salió a por todas España, a las puertas de su quinta final en los últimos seis Europeos, y Cuenca cabeceó a las manos de Costa, sorprendido quizás de encontrarse tan libre de marca en área portuguesa. Le siguió Brahim, que sobrado de calidad, sentó a tres jugadores lusos antes de rematar mordido. Otra vez en los primeros minutos tras el descanso, esos en los que La Rojita hizo estragos en el campeonato, llegaban los mejores minutos de los pupilos de Luis de la Fuente. Disfrutaban de lo lindo los estudiantes Erasmus españoles, al clásico grito de «a por ellos», y solo faltaba el gol, ese que volvió a rozar Miranda con su clásico buen disparo lejano de zurda.

Reclamó penalti Brahim y lo pareció, pero el sueco Nyberg entendió que no era suficiente. Lo cierto es que Portugal fue nivelando de nuevo el duelo poco a poco, aunque el que avisó fue Manu García. El tramo final trajo consigo un cierto conservadurismo y la velocidad del juego bajó un par de marchas. Mucho en disputa. Parecía el encuentro condenado a la prórroga, otra más para ambos equipos, pero en esas Vitinha se inventó un pase en largo espectacular para la velocidad de Vieira, que centró pero se encontró con el cuerpo de Cuenca, cargado de mala fortuna para desviar el balón hacia la propia puerta. Se opuso España al designio adverso, volcando el duelo hacia el área lusa en los últimos minutos, pero ya no hubo nada que hacer. La campeona cedió en Maribor.