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Después de salir del Talavera – donde estuvo los tres primeros meses sin cobrar -, el leonés Pablo Huerga – ex de La Bañeza o el Atlético Bembibre – tenía que buscarse un hueco fuera del fútbol español. Y recibió una propuesta de Francia y otra de Andorra, del Sant Juliá, uno de esos equipos que, habitualmente, está pugnando por los puestos europeos.
Pero, tras quedarse a las puertas de la Europa League la pasada temporada, la situación del Sant Juliá era muy diferente. Huerga llegó en noviembre a Andorra y se encontró un equipo con siete jugadores – no pudieron presentarse a su primer partido por no llegar a las 13 fichas – y sin cuerpo técnico. Es más, acabaría quedándose sin director deportivo y siendo él el encargado de entrenar, fichar e, incluso, organizar viajes y comidas.
Pero en esos primeros meses, pese a todo, el club se mantuvo a flote, pagando las nóminas en tiempo y forma y con la certeza de que un inversor llegaría para dar estabilidad al club en enero. Huerga se puso manos a la obra, a confeccionar una plantilla contando con esa inyección extra que, finalmente, no llego: «Nos dejó tirados».
Así que el Sant Juliá continuó su camino, con siete fichas profesionales y una plantilla completada por jugadores jóvenes que querían «hacer currículo». En ese plantel también está otro leonés, Tato, que coincidió con Huerga en el Atlético Bembibre.
Y, sin el inversor, llegó el escenario que no querían evitar: los impagos. Son tres las nóminas que el club adeuda a la plantilla y a su entrenador, Pablo Huerga, pese a lo que «hemos competido bien, tratando de hacer frente a todos los problemas que estamos teniendo». Pese a ello, han consumado su descenso a la segunda categoría andorrana.
En una competición en crecimiento, con la presencia de futbolistas como Aridai – exjugador de la Cultural en Segunda – o el ex de la Deportiva, Toribio, y un nivel para «en los equipos de arriba, estar peleando por los primeros puestos en Segunda RFEF», Huerga denuncia la falta de ayudas y apoyo por parte de la Federación Andorrana de Fútbol.
«No hay ninguna garantía ni ningún colchón y es algo que desde el club hemos denunciado. Y han ido a por nosotros por ello, yo creo que incluso con arbitrajes en contra y con comunicados contra nuestro presidente», lamenta Huerga, que reconoce que los equipos que logran acceder a Europa sí reciben ese apoyo – 900.000 euros para el participante en Champions, 250.000 euros para el que llega a Europa League -, pero que lleva al caos a los que alcanzan esos puestos.
Esta inestabilidad, sostiene Huerga, es un mal endémico del fútbol andorrano, que está creciendo mucho, pero «la Federación no está adaptándose al tamaño» que está tomando este deporte. De hecho, el Sant Juliá no es el único club – de los ocho que conforman la primera categoría – con problemas económicos y de incomparecencias: también vive una situación similar el Engordany, sólo que este club lleva sin cobrar desde enero.
«Ya han desaparecido varios clubes. Aquí no hay jugadores para nutrir a todos, tienes que fichar de fuera y con esta inestabilidad es insostenible», ha explicado Huerga, que ha destacado que la Federación quiere ampliar a diez los equipos participantes en la primera categoría pese a esta falta de «garantías».
Este próximo fin de semana, el Sant Juliá medita si presentarse o no a su partido ante el Ordino con el que finalizará la temporada. Con dos incomparecencias, supondría la descalificación y descenso del equipo pero «sólo hay dos categorías, no supondría un gran problema». En esa misma situación está el Engordany que, con dos partidos sin presentarse, podría no hacerlo ante el UE Santa Coloma y ser también descalificado en el paradigma, asegura, del «caos» que vive el fútbol andorrano.
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