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jACOBO CASTRO
Madrid
Sábado, 30 de junio 2018, 22:10
'El pelado' soñaba con un noche así. Cuando era un niño y su familia no tenía ni para agua caliente ni para el alquiler, en el joven Edison nació el deseo de ser futbolista profesional. En su Salto natal descubrió a un argentino ... de pelo largo al que quería parecerse: Gabriel Batistuta. No sabía que años después emularía a su ídolo: golearía en el Calcio y jugaría un Mundial, aunque en su caso no lo haría con Argentina, lo haría con Uruguay.
Pero nadie dijo que la historia de Cavani fuese a ser facil. Y es que cuando ya goleaba en el Calcio, su papel en la selección no era aún lo esperado. En 2010, Uruguay sorprendió al mundo. Tras ocho años sin acudir a una Copa del Mundo, su actuación en Sudáfrica fue para enmarcar, llegando hasta las semifinales de la competición. Aquel equipo se caracterizaba por una defensa ferrea, un centro del campo muy físico y una delantera espectacular: Suárez, Cavani y Forlán.
Pero de esos tres puntas, solo destacaron dos. Cavani fue incapaz de marcar en ese Mundial hasta el intranscendente partido por el tercer puesto. Podría haber sido un hecho aislado, pero no lo fue. Un año después Uruguay se llevó la Copa América, y Cavani no anotó ni un solo tanto; en el Mundial 2014, sólo uno y de penalti en la fase de grupos; y en las Copas América de 2015 y 2016 dejó su casillero en cero. Únicamente en la Copa Confederaciones de 2013, fue capaz de anotar un doblete en semifinales ante Italia.
Era algo extraño lo que le ocurría a Cavani, que incluso durante esos años dio un salto en su carrera fichando por el PSG, donde siguió goleando y batiendo records. Su aportación en eliminatorias y amistosos era buena en números, pero en los grandes torneos se diluía. Parecía que el Mundial de Rusia iba a ser la historia de siempre para Cavani, pero algo cambió.
Tras ser incapaz de ver puerta ante Egipto y Arabia Saudí, el '21' marcó algo más que un gol ante Rusia. Esa sonrisa de liberación tras el gol, esa celebración con rabia, ese abrazo de sus compañeros. Todos esos detalles auguraban algo diferente en el de Salto. Y los augurios no se equivocaron. Ante Portugal se vio un Cavani mucho más participativo, con más confianza, implicado en defensa y, sobre todo, acertado de cara a gol.
A los pocos minutos de partido un centro de Luis Suárez terminó con un remate que en otra cita a Cavani se le hubiese ido fuera. Pero esta vez era su día. Con la cabeza y el hombro anotó el 1-0 para Uruguay. No fue lo mejor que haría en el encuentro. Tras un derroche de lucha durante todo el partido, una jugada en ataque de los uruguayos terminó con un gesto técnico espectacular. Un disparo con rosca al palo largo que besó las mallas. La mayor obra de arte del 'pelao'. El gol de un país. El gol de Uruguay para volver a los cuartos de final de un Mundial. Por fin le tocaba a Cavani ser protagonista.
Y como las grandes historias, la de Cavani terminó de manera épica, teniendo que abandonar el campo cojo por una lesión, ayudado por Cristiano Ronaldo, como si el balón de oro mostrase respeto a la gran actuación del uruguayo. El de Salto se fue lesionado, triste, sin saber si podrá estar en los cuartos de final, pero con el convencimiento que por fin, a la sexta, llegó su momento. Con el pitido final se emocionó en el banquillo. Esta vez no había sido Suárez, ni Forlán. Había sido él.
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