En tiempos en los que el fútbol tiende hacia el método científico, bajo los parámetros de una preparación física exhaustiva y el control táctico de las pizarras, cada día cuesta más encontrar un hueco para el romanticismo del juego por el juego, el goce de ... un regate y la estética por encima del resultado. «Los extremos en el fútbol son una especie en peligro de extinción», se dice desde hace años. Lo cierto es que cada vez es más difícil encontrar a encaradores puros, de esos que hacen levantar al público de sus asientos con una gambeta de fantasía pegada a la cal de la banda.
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A esa estirpe pertenece Yéremy Pino, un futbolista tan insultantemente joven como eléctrico y descarado. Para la historia queda ya una tarde memorable en el Estadio de la Cerámica, con un póker al Espanyol que le convirtió en el primer jugador en marcar cuatro goles en un partido de Liga con la camiseta del Villarreal. No es un asunto menor a tenor de los nombres que han pasado por la delantera del Submarino Amarillo en más de dos décadas entre los mejores. En 53 minutos de ensueño, el canario emuló a Santi Mina, hasta ese momento el único menor de 20 años capaz de sumar cuatro dianas en un mismo encuentro de Liga en el siglo XXI. También superó nada más y nada menos que a Leo Messi, el más precoz hasta ahora en lograr un 'hat-trick' en una sola parte.
Y es que el jugador de Las Palmas de Gran Canaria, donde nació el 20 de octubre de 2002, está acostumbrado a derribar registros y destacar entre los compañeros de su generación, a la que también pertenecen Ansu Fati y Pedri. Llama aún más la atención si se tiene en cuenta que su camino hacia la elite no pasó desde la más tierna infancia por las mejores escuelas ni las más prestigiosas canteras. Yéremy pulió su técnica en la calle, jugando con los amigos en el parque o en la playa. Mucho de eso hay todavía en su fútbol, menos atenazado por el rigor táctico de lo que resulta habitual hoy en día.
«El fútbol callejero se está perdiendo», advertía el extremo diestro hace unos meses, a tenor de su primera convocatoria con la selección española absoluta en octubre, cuando fue reclutado por Luis Enrique para la final a cuatro de la Liga de Naciones disputada en Milán y Turín. Si dos matices definen la forma de jugar de Yéremy Pino estos son la valentía y la improvisación. Un talento incuestionable para el regate en dimensiones reducidas y velocidad y potencia cuando aparecen los espacios forman una combinación explosiva, tan devastadora para las defensas rivales como atractiva para el espectador. A estas características técnicas se une la disposición mental a volver a intentar un desborde a pesar del fallo, pues no se trata de un jugador tallado dentro de un ecosistema que promueva la contención.
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«Aprendió a jugar en los entrenamientos, pero ese carácter y esa calidad los aprendió en la calle. Ese es un fútbol que se está perdiendo, y ese aprendizaje es diferencial para los niños», corroboraba Carmelo Pino, su padre, en una entrevista hace unos meses al diario 'As'. Tras forjarse en el Barrio Atlántico, cuna también de otros futbolistas grancanarios como Jesé Rodríguez o Jonathan Viera, y pasar por la cantera del modesto Huracán, Yéremy no dio el salto a la estructura de fútbol base de la UD Las Palmas, el gran club de la isla, hasta 2013. El Villarreal detectó y valoró ese carácter único para adelantarse al Barça y acometer su fichaje en 2016, después de un campeonato cadete de selecciones autonómicas en el que conquistó a los ojeadores del Submarino.
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Apenas 19 años y cuatro meses de edad, tierna edad para sumar ya dos internacionalidades absolutas con la selección española, goles en la Champions y en la Europa League y nueve dianas en casi un centenar de partidos ligueros con el Villarreal. «Soy joven, pero el club me ha facilitado mucho las cosas. Yo quiero estar aquí muchos años. Somos un club de cantera. Estoy muy contento por seguir aquí en mi casa», señalaba el jugador canario en el acto en el que se anunció su renovación con el Villarreal hasta junio de 2027. Tranquilidad y certezas para seguir labrando un diamante en bruto sin restarle un ápice de la frescura del juego de siempre.
El radar de Luis Enrique y los cantos de sirena desde los grandes clubes del fútbol europeo vuelven a estar sobre la mesa. Más allá de la ventana de selecciones nacionales de marzo, con dos amistosos para España ante Albania e Islandia, el año está marcado en rojo por el Mundial de Catar de noviembre y diciembre. Hay competencia en los costados del ataque español, pero Yéremy Pino está en la nómina de candidatos y sueña con darle a La Roja regate, desborde y verticalidad por la banda, esas señas de identidad del fútbol de toda la vida que alegran la vista en tiempos de rigor táctico y físico.
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