«El entrenador se equivocó en el planteamiento y en la búsqueda del partido. Luego, trató de intervenir». Aunque el Cholo Simeone hizo autocrítica tras caer en el derbi y encadenar por primera vez seis partidos sin ganarle al Real Madrid, eso no le ... exime de ser el foco de las críticas. El Atlético perdió la condición de invicto en Valdebebas y, lo que es mucho peor para sus intereses, se mostró irreconocible, alejado del buen gusto y la ambición mostradas hasta ahora.
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Sin restarles méritos a los blancos, en el entorno del Atlético existe la sensación de que el principal rival en la lucha por el título es el propio equipo colchonero. Tendría aún una ventaja de seis puntos sobre el campeón en caso de ganar ese partido que tiene de menos, pero mostró signos inquietantes.
El trajín de posiciones al que se vio sometido Marcos Llorente, que jugó hasta de ariete, explica el galimatías táctico de Simeone. Empezó con un 5-3-2, a la media hora cambió a un clásico 4-4-2 y sorprendió al retirar a Joao Félix cuando el Atlético había mejorado y tenía trazas de poder empatar. Llegó el segundo, obra de Carvajal en colaboración con Oblak, y el retirado fue Luis Suárez. Los enfados del luso y el charrúa, que ya es reincidente, son otra preocupación. También las cámaras captaron el malestar de Saúl cuando fue sustituido en Salzburgo y antes el de Llorente en otro partido de Liga de Campeones. Diego Costa, todavía recuperándose de la trombosis sufrida en una pierna como secuela del coronavirus, es otro clásico de las caritas al ser cambiado.
Si no quiere que el ambiente del vestuario se resquebraje, Simeone tendrá que cortar estas faltas de respeto al club, a los aficionados, al entrenador y, sobre todo, a los compañeros. «Todos queremos jugar los 90 minutos, pero son muchos partidos, hay cinco cambios y una gran plantilla. Todos podemos jugar», advirtió Koke, que ejerció de capitán tras la primera derrota liguera en 26 partidos, precisamente desde que el Atlético también cayó ante el Madrid, el pasado febrero, en el Bernabéu, todavía con público.
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Aparte de las dudas tácticas, de volver a achicarse en un momento cumbre y de esos gestos que denotan egoísmo de algunos jugadores, el Atlético volvió a ser víctima de la estrategia ante el Madrid. No fue Sergio Ramos, como en la final de Lisboa, pero sí Casemiro, también libre de vigilancia a la salida de un córner. Esa falta de concentración e intensidad son impropias del Atlético, que en una hora encajó los mismos goles que en diez partidos.
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La plantilla es equilibrada, pero se observa desgaste físico y mental en hombres clave como Koke. A Simeone le cuesta rotar, pero es obligado que Kondogbia y Torreira aporten más músculo y oxígeno al centro del campo o que Vitolo entre en escena. También que Joao Félix sea más regular, que Luis Suárez rompa su sequía tras el coronavirus y que vuelva Diego Costa por el carácter que contagia. Sobre todo, que Simeone no involucione.
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