Naufragio absoluto del Barça ante el Villarreal

Incertidumbre. Esa es la palabra que mejor define la atmósfera que tuvo el Barcelona en el Lluis Companys. Incertidumbre del público, que recibía a su equipo un mes después con dos títulos menos en el horizonte. Incertidumbre del equipo, que sigue sin encontrar la manera de encauzar la temporada. Y por último, incertidumbre en el once de Xavi, que dio un nuevo bandazo con la entrada a Oriol Romeu en el eje, con Héctor Fort en el lateral y con Joao Félix recuperando su sitio como titular.

El experimento, que no fue con gaseosa precisamente, salió mal. El Barça firmó una primera parte sin ritmo, con la única baza de Lamine Yamal para romper con la monotonía y con algunos de los viejos males presentes. Fueron 45 minutos en los que el agua fue subiendo hasta ahogar a los de Xavi. Gerard Moreno anotó un gol que el VAR, con polémica, anuló por fuera de juego posicional de Sorloth y acto seguido el experico repitió con un zurdazo que dio paso a otro pitido, el de la grada. El feudo culé expresó su hartazgo antes del descanso con una silbatina reseñable.

Tras la reanudación, la locura. Xavi se lió la manta a la cabeza con la entrada de Cancelo, Pedri y Cubarsí. Tres cambios que su equipo agradeció con un mayor ritmo de juego y, por qué no, con un nuevo despiste en defensa. Y es que la mejoría quedó en nada después de que Cancelo errara un despeje e Ilias Akhomach hiciera el segundo ante la estupefacción del Lluis Companys. El exazulgrana no lo celebró, que bastante daño había hecho a la moral de un club que sentía que la temporada se iba por el desagüe.

Fue ahí, en esa desesperación, cuando por fin se vio al mejor Barça. Xavi dio entrada a Ferran Torres y el de Foios agitó a todos. La grada se contagió y también un equipo que creyó. El ex del City inició la jugada que cambió el guion con un pase que ejecutó Gündogan para acortar distancias. El Lluis Companys entró en ebullición, se avecinaba tormenta, y, sin tiempo para la reacción, Lamine Yamal encontró una rendija y Pedri cazó un rechace en el área para empatar el choque y seguir con la imparable escalada de tensión.

El duelo era una montaña rusa y el Barça iba cuesta abajo. Esa sensación la tenía también un equipo que arrasó en ese tramo al Villarreal, hundido en su propio área. Gündogan aprovechó esta circunstancia para poner un balón medido con la fortuna de que Bailly lo tocó y despistó a Jörgensen, incapaz de evitar el tercero y la explosión de júbilo de los de Xavi. El Barça, por fin, estaba por delante, había culminado en apenas 17 minutos una remontada imposible que le había hecho pasar 0-2 al 3-2, una gesta que en otro tiempo tenía final feliz para los culés.

No así este año. Faltaba la traca y había petardos de sobra. El Villarreal trazó un contragolpe fugaz que los culés no supieron frenar con falta y Guedes hizo el empate para cabreo de un Xavi fuera de sí y que definiría como «una vergüenza» la acción siguiente en la que el balón tocó en el brazo de Mandi en el área. Munuera Montero anuló a instancias del VAR el penalti que había decretado y el Barça se volcó con todo, hasta el punto de desguarnecer su propia portería. El órdago lo vio el Villarreal, que en dos contragolpes hizo el cuarto y el quinto por medio de Sorloth y Morales, quienes prácticamente bajaron el telón de la Liga para los de Xavi.