El Atlético celebra en Champions el octavo aniversario de Simeone

Son ya casi tres meses los que lleva el Atlético sin ganar fuera de casa en la Liga, desde el pasado 25 de septiembre ante el Mallorca en Son Moix, aunque Diego Pablo Simeone no desea obsesionarse con esa trayectoria e insiste en que el equipo debe «mostrar la mejor situación y seguir creciendo». En cualquier caso, pese a que el Betis puede afrontar con mayor moral aún el partido que cerrará el año, el colchonero es un conjunto superior al sevillano y el Villamarín, aunque Simeone reconoce que es «un rival duro en un campo importante», es un estadio que se le daba bastante bien al equipo madrileño hasta que cayó ahí por la mínima la pasada temporada.

Pese a que el Atlético tiene un lastre en ataque, con 18 goles en 17 jornadas, en defensa, pese a las dudas que pueda ofrecer este curso, es el mejor del campeonato, con 10 tantos encajados (cinco en casa y cinco fuera), aunque el técnico del Betis, Rubi, confía en «romper el muro de un gran equipo que cada año evoluciona en su juego». El entrenador catalán del Betis, aunque destaca la solidez defensiva de los rojiblancos, es optimista porque en los últimos partidos su equipo «ha visto puerta con facilidad», lo que le ha permitido escalar hasta casi mitad de la tabla y aspirar a Europa, cuando estaba hundido y con su técnico al borde del despido.

Mientras que el Atlético tiene la baja del lesionado Koke, que será sustituido por Héctor Herrera, aunque Simeone recupera a Lodi para el lateral izquierdo, Rubi tiene a sus mejores jugadores descansados tras no jugar en la Copa en campo del Antoniano (0-4), caso de Joaquín, Canales o Fekir.

Casi tres meses después de vencer en Mallorca, el Atlético volvió a conocer el triunfo como visitante para terminar el año en zona de Champions. Lo hizo ante un Betis notable, mucho más vistoso en su propuesta pero más endeble en ambas áreas. Simeone, que justo este lunes cumple ocho años al frente de un club al que ha devuelto a la élite y lo ha mantenido, volvió a salirse con la suya frente a un enemigo contra el que sólo ha caído una vez, el curso pasado con un gol de Canalés. Casi siempre plantea lo mismo el técnico argentino: le da el balón a los andaluces, les deja hacer y se aprovecha de sus errores. Triste forma de actuar para un club con 500 años de presupuesto, pero efectiva.

La entrada de Correa en la segunda mitad resultó clave, ya que marcó tras un error garrafal de Álex Moreno y asistió a Morata en el segundo. Se redimió el madrileño de espléndido taconazo tras un error mayúsculo en el primer acto. Demasiado castigo para un Betis que sólo pudo acortar distancias en la última jugada del partido por mediación de Bartra. Hubo revisión de Estrada Fernández por consejo del VAR pero no consideró el catalán una mano previa de Álex Moreno. No hay quién se aclare con el protocolo.

No es Simeone un ferviente seguidor de la posesión, ya que prefiere los ataques vertiginosos y el factor sorpresa a la pausa y el toque sutil, pero que el Betis tenga en torno a un 70% del tiempo el balón en el primer acto frente al Atlético define lo que ocurrió en el Villamarín. Le faltó algo de profundidad y más fortuna en el cabezazo de Feddal al travesaño, tras una acción cocinada entre Joaquín y Canalés, pero por momentos el Betis les sacó los colores a los colchoneros en ese período. El Cholo, un manojo de nervios, se veía incapaz de dar con la tecla para que sus jugadores presionaran mejor a sus adversarios, ganadores incluso de los balones divididos y las segundas jugadas.

El equipo de Rubi, con Bartra casi siempre como un tercer central y dos laterales que eran centrocampistas, se sobrepuso a un comienzo inicial ambicioso de su adversario y a los puntos ganó claramente hasta el descanso. El Atlético evidenció entonces todos sus problemas de este curso: falta de liderazgo en el centro del campo, pérdidas de balón inquietantes de Thomas y Herrera en zona de máximo riesgo, nula capacidad para defenderse a través del balón y una falta de pegada alarmante. Sí, porque, incluso jugando mal, desperdiciaron los madrileños ocasiones pintiparadas en un par de acciones aisladas que en el pasado le daban ventaja y le permitían remar a favor de corriente.

En la primera marcó Morata, tras cabecear un centro de Joao Félix, pero el ariete madrileño estaba en fuera de juego, lo que ya empieza a ser un mal endémico en su caso. Y en la segunda, arrancó desde su propio campo en solitario tras un desajuste bético, pero se precipitó al lanzar casi desde la frontal del área y permitió que el exatlético Joel se luciera pese a un resbalón previo. Como atenuante, puede argumentar Morata su agotamiento por tanto trabajo en defensa. Incluso tuvo que recorrer casi 70 metros para cortar una ofensiva verdiblanca poco antes. Lo mismo le ocurre a la perla portuguesa, esforzado atrás para cumplir con las órdenes de su técnico pero sin chispa y frescura donde debe decidir.

No cambiaba la fisonomía del choque tras el descanso y a Simeone se le acabó la paciencia con Lemar. Introdujo a Correa a falta de más de media hora y en dos minutos el argentino le robó la cartera a Moreno, dribló a Joel con la destreza que no tuvo Morata y marcó a puerta vacía. Rubi no cambió sus planes y retiró a Loren para dar entrada a Borja Iglesias. Un poco después, la magia de Lainez en lugar de la experiencia de Cuadrado. El Betis proponía más a través del pase pero le costaba un mundo penetrar en la zaga rival, liderada por el brasileño Felipe, imperial en todas las ayudas a los laterales. Con la medicina del gol, el Atlético se volvió más vigoroso. Se vio dominado, pero no sufrió grandes apuros. Amenazaron los verdiblancos con tiro alto de Bartra y otro de Canales que rozó el poste antes de que Correa y Morata, de espuela, firmaran el tercer triunfo colchonero lejos de casa. No cambió nada el postrero gol del excentral del Barça, aunque los béticos reclamaron más descuento. Cinco partidos después del derbi, los verdiblancos vuelven a caer.